Monday, October 01, 2007

Nota sobre un poeta desconocido

Hace algún tiempo ya, el diecinueve de octubre del año mil novecientos cincuenta y nueve, en la sección de poesía del suplemento literario Lunes de Revolución, se publica por primera vez a un poeta que a la sazón contaba con cuarenta y ocho años. La nota de presentación no está firmada -uno puede suponer la pluma de Virgilio Piñera por detrás. La reproduzco para beneficio de todos:

Alfredo Fernández Pérez nació en La Yaya, Oriente, en 1911. No ha viajado, ni dentro, ni fuera del país; salvo dos viajes a La Habana, cortos, dolorosos; uno: preso durante la tiranía de Machado y otro: a dejar a su hijo, que el cáncer devoró adolescente. Sus estudios, los que le permitió realizar la Escuela Pública del Central "Delicias", donde reside y trabaja como mecánico. Sus lecturas, las pocas que el azar le ha proporcionado, han enriquecido su experiencia vital, contribuyendo sólo en lo "necesario" al acervo tradicional. Poesía la suya -hasta el presente inédita- agreste, por la ausencia de las mil formas -ismos y abismos- que han vapuleado a la poesía en lo que va de siglo. Poesía centrada en sí misma, exenta de retórica, de palabrería (que no de palabras); de ese misterio "tan en boga" concebido a priori, de interrogantes e interrogaciones. Poesía exenta de búsqueda minuciosa en otras literaturas, en la literatura. Poesía vegetal sin flora; animal sin fauna. Donde el paisaje -mar, playa, horizonte, guardarraya, matorral o casa- no corresponden a ninguna intención plástica, sino al ámbito del poeta, que él elige para sus meditaciones. Poesía en función del pensamiento, de la sensibilidad, de la labor que debe hacerse en silencio, como el poeta sugiere. En fin, si la poesía es una, indivisible y eterna, ésta que "LUNES" recoge hoy en sus páginas, es esa poesía. Poemas escritos entre 1926 y 1938, con excepción de LA ARANA, esa página cristalina, donde la araña -el cáncer- que atrapa y devora a su hijo, mirada como una criatura de Duios, no es repulsiva, ni debe temérsele. Poesía para ser sentida.

Creo que nada debe ser añadido a la valoración que hace el presentador de la poesía de Alfredo Fernández Pérez. Sólo apuntar que este poeta lejos de las disputas y de las capillas, del sabiondo quehacer de los poetas de gremios y de oficio, me ha conmovido; su sencillez y magnanimidad reflejan que el arte de la poesía se alberga en los espíritus limpios, aunque dudosos, reticentes a cualquier fórmula de salvación. Es saludable, decoroso y esperanzador saber que la literatura existe más allá de las editoriales, los cónclaves y las instituciones: la promesa de la academia es una promesa acabada. Alfredo Fernández Pérez sigue inédito, a no ser por las generosas páginas de Lunes de Revolución, de su expurgador que sospecho sea el venerable Virgilio. Ese espacio y los que lo realizaron, al menos en ese momento, expresaban la quintaesencia del proceso revolucionario cubano: hacer sustancia de la raíz, promover y dar espacios participativos a lo genuinamente popular, a lo auténticamente entroncado con el acontecer histórico de la patria. El destino mismo de poeta lo sustrajo del festín nombrable, de los premios consabidos. Quizás murió como corresponde a un poeta, en el silencio y el olvido; quizás su obra no sea tan insigne, ni cuantiosa, como para elevarla al dudoso privilegio del estar en los currículos universitarios -no está en el dudosamente elaborado canon literario del país. Pero su sencilla y callada poesía sirve para confirmar que el aliento principal de toda creación está en su capacidad de testimoniar el alma.

Aquí van algunos de sus poemas, publicados en Lunes… aquel día de octubre de mil novecientos cincuenta y nueve:

Poemas de Alfredo Fernández Pérez

1
Solitario, junto al mar
yace un árbol derruido
a su tronco carcomido
viene un ave a descansar.

Voy cruzando por la arena
de la playa, silencioso.
Me detengo a contemplar
el mar, mientras la serena.

mirada me clava el ave.
Allá en el confín brumoso
que une el cielo con la mar,

se ve cual punto borroso
la silueta de una nave.
El ave se echa a volar.

2
Ruge el mar. Retumba el trueno,
el rayo feroz estalla;
zozobra el bajel. La lona,
cruje y se rasga.

Silencio absoluto. Nada.
Sólo el mar. Antes
mar de espumas, blanco;
después, mar de olas amargas.

3
Ves ese barco encallado
entre aguas y arenas preso?
La mar le da un prolongado,
silencioso, amargo beso.

4
Me gusta ver en la playa
a la gente marinera,
bruñida de sol. Salitre,
que brilla cuando se quema.

Me gusta ver en el mástil
como una blanca bandera,
la lona que el viento hincha
y ondula, cuando la besa.

Las mujeres de la costa
son pálidas y morenas
el sol les modela el rostro
y pule la cabellera.

Tienen los ojos profundos,
el mirar tienen de lejos;
de haber nacido en la costa
marinero también fuera.


La poesía

Pasó de largo, no llegó a mi casa,
ni se dignó mirarla;
aunque yo la esperaba
con las puertas abiertas.
La llamé, no me oyó;
siguió adelante.
Dejó en mis labios trémulas palabras.


Inmóvil yo

Un día, inmóvil yo
me iré. Es probable
que acudan a mi casa,
revuelvan acuciosos, indaguen.
Encontrarán en ella
algo que no habían visto
ni quizás presentido.
Y yo, inmóvil,.
Protestará el silencio.

Es más bello

Es más bello
que la labor se haga
en silencio,
sin la sombra importuna
de una duda
ni de estéril queja.

Amigos verdaderos

Qué bien me siento rodeados de poetas
en el silencio y la paz de mi hogar.
Leer sus libros: meditar. Expresan
en forma peculiar, su pensamiento.
Cada poema me trae una sorpresa.
Juan Ramón en páginas selectas.
Suaves ternuras de Gabriela Mistral.

Cuando leo a Baudelaire

El viento ladra
en la ventana canta
el viento danza.
¿Vuela el viento?
Oscuro ladra
ebrio, frío, fantasma.
Su ladrido en la ventana.
Su ladrido en el cuarto
donde leo a Baudelaire.
Cuando el viento ladra
y yo leo a Baudelaire.

El poeta

Ser rumor.
Más que voz
ser el eco
de una voz
que al hablar
diga lo eterno.

Poeta carretero

Manipulando al caña
llevas una vida inquieta,
vas de carreta en carreta
y un mar de sudor te baña.

Con tus sueños de poeta
te pierdes en la maraña
de los campos. Caña …caña…
bajo un cielo azul violeta.

Cuando el sol sus rayos lanza
y hace que la vida brote
tu zaino rocín, al trote

por la guardarraya avanza.
Vas en él cual Sancho Panza
con aires de Don Quijote.

Punto guajiro

Bello el sinsonte canoro
cante en la oscura maleza
porque la naturaleza
le da su rico tesoro.

Canta el arroyo sonoro
al cruzar por la llanura
y lleva en su linfa pura
un canto de plata y oro.

Cantan las aves a coro
húmedo el bello plumaje
saludando a un personaje
que viste de púrpura y oro.

La araña

Estoy mirando la araña ventruda
-pescadora de insectos-
cómo teje su red.
Veo la araña; su vientre. Red.
Miro la araña, ¿qué es repulsiva? dicen.
Miro la araña y pienso.
Pienso que es hábil –pescadora-,
ingeniosa –su red-; sabe.
Miro la araña atrapar insectos.
La veo alimentarse y pienso
todos los seres para subsistir comen.
Estoy mirando la araña ventruda
y no temo a su red. No es un ser repulsivo.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home