Wednesday, September 27, 2017

Litúrgicas (5)

Siento en la carne las exigencias de la verdad—duele vivir en la verdad, decir la verdad. La verdad siempre cuestionada (¿qué es la verdad?, se preguntó Pilatos), para unos, absoluta, para otros, relativa. La verdad que elaboro según mi parecer o que brota de la práctica de la honestidad, de vivir acorde a principios éticos. Y, ¿quién, o que entidad, establece lo que es ético? Tengo mi verdad, que se conforma con mi biografía, sensibilidad, formación, experiencias. No creo que sea la verdad, sólo apelo a ella como individuo. Mas, con San Agustín pienso que en "todo, caridad", y en eso, en la caridad, radica la ética. Los buenos modales y la paciencia, y cuando no se puede, la distancia, salvan al individuo del infierno que pueden suponer los otros, incluso de uno mismo, tomar distancia de uno mismo.
En la liturgia cristiana, la verdad es centro y fundamento, la verdad revelada que se acepta en la fe, don que se recibe y se acepta, se recibe y no se acepta o, simplemente, no se recibe:  Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. / Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. / Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; / pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. / Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. / Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. / El que tiene oídos para oír, oiga. En estos menesteres de la fe y de la duda, de lo que creo creer, de las exigencias materiales y sensoriales que la vida de fe requiere, de la vida eterna y su forma (¿o sus formas?), he pasado parte considerable de mi tiempo.
Lo litúrgico no admite medianías, ni indiferencias. La liturgia es, al mismo tiempo, un acto público y un asunto privado. La liturgia es, fundamentalmente, un rito religioso, aunque se pueden practicar liturgias más seculares, ritos personales, que aluden a lo trascendental o a lo inmanente.

De Pascal: "He ahí lo que veo y lo que me turba. Miro a todas partes y sólo veo oscuridad. La naturaleza no me ofrece nada que no sea materia de duda y de inquietud. Si yo no viera nada que me indicara la existencia de una divinidad, me determinaría por la negativa; si viera por todas partes las señales de un Creador, yo descansaría en paz en la fe. Pero, al ver demasiado como para llegar y muy poco como para asegurarme, estoy en un estado lastimoso, en el que cien veces he deseado que, si es sostenido por un Dios, que se descubra sin equívocos; o que, si las señales que nos ofrece son fraudulentas, las elimine totalmente: que diga todo o nada, para que yo vea qué partido debo seguir. Mientras que en el estado en que me encuentro, ignorando quién soy y qué debo hacer, no conozco mi condición ni mi deber. Todo mi corazón tiende a conocer dónde está el verdadero bien, para seguirlo; nada me sería demasiado costoso para la eternidad. / Siento envidia de los que veo que viven en la fe con tanta negligencia, y que usan tan mal de un don del que me parece que yo haría un uso bien diferente. Eso es, dicho así, sin rebuscamiento ni torcimiento, siento que estoy en el espíritu y la letra de Pascal, y que en el estado en que me encuentro no tengo otra salida que buscar y obrar el verdadero bien.

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