Friday, October 17, 2008

Comentarios sobre las elecciones presidenciales de 2008

Un poco más de dos semanas nos separan de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Las campañas políticas de ambos candidatos presentan esta elección como histórica, decisiva, crucial. Puede que así sea. Es la primera vez que uno de los dos candidatos es negro y en una sociedad tan dada a las particularidades –y tan racista- eso constituye un acontecimiento. Mas son las circunstancias actuales lo que hace que estas elecciones sean históricas, las circunstancias económicas y políticas, las consecuencias mundiales de la política norteamericana. Lo que está sobre el tapete es qué tipo de filosofía política va a informar la actuación del futuro gobierno norteamericano de cara a la nación y de cara al resto del mundo. ¿Será una filosofía en la que la irresponsabilidad fiscal, la vulgaridad política y la estimulación de los instintos más básicos, y por ende, incivilizados de los seres humanos sean catapultados al nivel de valores fundamentales? La filosofía de un gobierno sin responsabilidad social ha fracasado. La filosofía de un gobierno que antepone los intereses privados al bien común ha fracasado. Un gobierno que se desentiende de promover el bienestar general, tal cual reza en el preámbulo de la constitución de los Estados Unidos es un gobierno que pierde legitimidad, y sin ésta ese gobierno se sitúa al margen de la ley. El candidato republicano representa esa filosofía. Un error tras otro, un error político tras otro, ha llevado a la candidatura republicana a un callejón sin salida, así como la incapacidad de desmarcarse realmente de la herencia ideológica de los neoconservadores a no ser que echen mano del chiste, tal y como McCain hizo en un evento patrocinado por la Archidiócesis de New York el pasado 17 de octubre a favor de los niños necesitados. Obama, el demócrata, también bromeó, incluso una de sus bromas tuvo dimensiones teológicas. Obama no es el mesías que viene a redimir al pueblo norteamericano de sus angustias y estrecheces. El programa de los demócratas sólo apunta a reformar el sistema económico en sus más vulnerables, y visibles, deformaciones: una acción más decisiva del gobierno en temas críticos como la economía y la asistencia médica. La filosofía de un gobierno más responsable en materia fiscal, que implemente políticas sociales subvencionas por regulaciones impositivas sobre los grandes capitales, que regule y garantice efectivamente el acceso a los servicios de salud de los norteamericanos es la filosofía que la partida demócrata tiene como bandera. Parece que el programa propuesto por Barak Obama lleva la ventaja. Las encuestas, tan caras a los expertos políticos, así lo indican. Es cierto que a medida que se acercan las elecciones las encuestan van acercando a los dos candidatos. ¿Será que la negritud de Obama está poniendo pálidos a los votantes blancos? ¿Será que eso que los politólogos llaman el «efecto Bradley» comienza a rondar el imaginario blanco de la nación norteamericana? No sé. Sólo que un desenlace favorable a la candidatura de McCain será el inequívoco aviso de que la democracia norteamericana, en otros tiempos vital y fundadora, ha tocado fondo y empieza el tiempo de repensar seriamente los fundamentos históricos y jurídicos del país, de refundar la república, de hacerle espacio público a las formulaciones críticas de un estado que desde hace poco más de un siglo se comporta como un imperio.

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