En un artículo publicado en "The New Stateman", in 1949, el articulista señala a George Orwell "el escritor vivo más honesto". No tengo la menor de duda de que en ese año, y durante un largo periodo, Orwell fue el publicista más honesto. No hay más que leer sus ensayos, su prosa cuidada sin afeites ni arrebatos. Añadiría que Orwell fue el más lúcido de lo hoy llaman analistas políticos de su generación y de las muchas otras porvenir. Honestidad y lucidez que solo brotan del compromiso individual con la verdad. Hay un nexo muy estrecho entre la escritura de Orwell y su verdad: el escribió lo que creyó era verdadero, lo que percibió como verdad y lo hizo con palabras simples y llanas, no edulcoró su prosa, no la hizo pasar por alta cultura, no la rebuscó.
Cuánto se extraña un publicista hoy así, de su honestidad intelectual y de su capacidad ética! Alguien que escriba con tranquilidad y sencillez, que el gobierno de Estados Unidos es una institución que ha practicado el terrorismo de Estado para preservar los intereses, no de la nación norteamericana, sino de las clases más privilegiadas de este país. Alguien que apunte claramente a las instituciones privadas financieras y a los especuladores del mercado de valores como los responsables directo de esta crisis económica, y que los arresten, los acusen, y los pongan presos por el resto de sus días de acuerdo con la perfidia y el alcance de sus acciones. Alguien que escriba, sin temor y sin censura, que las instituciones democráticas de la sociedad occidental han hecho agua, que su cometido histórico ha sido sobrepasado por las nuevas realidades impuestas por la revolución tecnológica y las migraciones humanas. Alguien que se atreva a escribir en la gran prensa libre y universal que Cuba ha sido la disidente de todos estos años, que ha sido bárbaramente hostigada, y que aún insiste en su proyecto original de construir una sociedad justa y democrática, libre y soberana, con acceso universal a los servicios básicos; que los países latinoamericanos han iniciado el proceso de enrumbar su existencia nacional y regional con independencia de los intereses de Estados Unidos. Solo escribir de estos temas ya resulta soso y demodé, nada postmoderno, decimonónico e idiota. La mentira y su embalaje de celofán es lo que da carta de presentación en el mundillo intelectual de hoy -empacar palabras disfrazadas de sabiduría, discursos agotados en su propio decir, pretensiones literarias, una suerte de liberalidad en la escritura, ligereza en los argumentos, publicidad, marketing de las ideas y de los valores, irresponsabilidad, esos son los colores de los escritores, publicistas, los analistas de hoy. La reciedumbre y la seriedad son virtudes del pasado.
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