Friday, April 17, 2009

Las "historias" de Rafael

Formación académica y prosa literaria en asuntos de historia no garantizan un análisis serio, apasionado y respetuoso de los siempre complicados meandros de la existencia humana. Uno de los más prolíficos publicistas cubanos de los últimos años, Rafael Rojas, ha publicando una serie de artículos en las páginas del periódico local El Nuevo Herald sobre temas de historia de Cuba. Se trata, sin duda alguna, de artículos que alguna vez saldrán editados en forma de libro por la editorial Universal o Colibrí –tienen ese estilo incompleto, como arrancados del cuaderno de redacción o del documento de computadora. La función que se ha auto asignado Rafael Rojas es la del arqueólogo de la República, la del reivindicador de la caballería republicana, desenterrador de tesoros y joyitas bibliográficas o icónicas que puedan cambiar el curso de la historiografía cubana.

Uno de los últimos episodios fue la polémica sobre un libro publicado en Cuba cuyo tema es el autonomismo y de ahí sobre lo que "historia oficial" e "historia crítica". Referirse a la "historia oficial" o a lo "oficial" es una manera peyorativa de calificar a los adversarios políticos, mientras que "historia crítica" es un concepto que pertenece a las ciencias sociales. Por lo tanto la polémica que Rafael Rojas propone parte de una premisa falsa -no se puede antagonizar usando dos categorías diferentes, una científica, la otra coloquial. Toda historiografía es crítica siempre que atienda al uso y manejo de fuentes de información para investigar las cualidades en sí mismas del objeto a investigar o para la contextualización espacial y temporal del mismo.

El objeto de la polémica de Rafael Rojas, el libro de historia publicado en Cuba, El autonomismo en las horas cruciales de la nación (2008) de los historiadores Elier Ramírez Cañedo y Carlos Joane Rosario Grasso, viene prologado con un texto de Rolando Rodríguez, quien ha publicado varios libros y textos sobre asuntos históricos cubanos. Los artículos "Las mañas del totalitarismo" y "¿Qué es la historia oficial?" con los cuales Rafael Rojas impugna el libro de marras son precisamente lo que critica: historia oficial, la versión de los hechos de la derecha cubana, derrotada y exiliada.

No hay dudas que para cierto tipo de intelectual la opción independentista y las personalidades cubanas del independentismo les producen urticaria. La conexión establecida por la dirigencia política y la intelectualidad revolucionaria cubana posterior a 1959 entre las luchas independentistas del siglo XIX, las luchas populares durante la república y el proceso insurreccional que comenzó en 1953 y triunfó en 1959 es, según Rojas, "La premisa fundamental de la ideología totalitaria en Cuba". Sin embargo, según estos intelectuales la república que nace en 1902 y desaparece en 1959 es el clímax de la nación y de la nacionalidad cubana, del proyecto democrático y del orden constitucional; y siempre según ellos, el autonomismo fue tan políticamente válido como el independentismo para salir del tutelaje español. Historia oficial.

Rafael Rojas propone que la disputa historiográfica se realize entre la "ideología totalitaria" (Cuba) y una "concepción democrática de la cultura" (exilio). Toda obra de contenido histórico o sociológico que no cuestione los fundamentos socio-económicos de la sociedad cubana y no llame al derrocamiento del gobierno cubano es considerada dentro de la tradición de la "ideología totalitaria". La obra de "historia crítica", situada decididamente dentro de una "concepción democrática de la cultura" debe hacer salvedades y enrocarse en un lenguaje sibilino que escriba "patriotas invasores" donde, de hecho y de derecho, se debe escribir "mercenarios". La "historia crítica" puede darse el lujo de una oración como esta: "No es cierto que haya actores 'antinacionales' en la historia de Cuba, como tampoco es cierto que haya 'anticubanos' en la oposición y el exilio de hoy". ¿Cómo un historiador "crítico" puede llegar a semejante certeza? Lo que hace a Rojas catalogar como "oficial" a la historiografía que se produce y publica en Cuba es el contenido político, la intención de funcionar como aval histórico del acontecer político cubano, de la Revolución cubana, sin atender al rigor investigativo de la obra, sin valorar el uso crítico de las fuentes bibliográficas utilizadas, sin hacer una valoración intelectual de la misma. A Rojas, y a otros, si fue publicada en Cuba ya es sinónimo de oficialismo, de estar en contubernio con el régimen de Castro y eso la descalifica per se. Para dolor de muchos, más allá de las simpatías políticas con las autoridades cubanas, la historia cubana ni fue interrumpida por el triunfo revolucionario de 1959, ni suspendida por el mismo, ni es un paréntesis en el curso de la misma. El proceso de formación de la nacionalidad cubana y del estado cubano asume todo el acontecer, los eventos y las ideas. La labor de intelectuales e historiadores es evaluar ese acontecer, esos eventos, esas ideas y la incidencia mayor o menor en el proceso de conformación de una identidad política, social, económica y cultural que se articula con la dinámica histórica de una región determinada. El autonomismo es parte de nuestra historia -por eso es material de estudio en cualquier currículo serio de historia de Cuba pero sus contenidos políticos no tienen asidero en la nación y la nacionalidad cubana.

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