Monday, April 13, 2015

Ay! La realidad

Hace un mes, a principios de marzo, Padura, el escritor premiado adentro y afuera, aterrizó “en Madrid con las alforjas llenas”, así lo describió El País español en su edición del nueve de marzo pasado. Padura se ha convertido en una especie de intelectual público que, sin hacer filosofía o reflexión social, establece criterios para enjuiciar la realidad de Cuba. Y esos criterios, este es mi criterio, son un arcoíris de percepciones y hechos que las hace pasar por contundentes pruebas del fracaso del socialismo cubano, de las políticas revolucionarias, del modelo socio-político y económico cubano de los últimos cincuenta años. Padura emplaza a  sus lectores reales o hipotéticos con una pregunta de esquina de barrio, “¿Alguien puede decirme que una sola de esas actitudes no ocurrió, no ocurren todavía, que he exagerado un ápice?”. Esas actitudes son el alcoholismo, la emigración y la prostitución… Si esas actitudes son los criterios para evaluar el triunfo o el fracaso de una sociedad, de un modelo, de un proyecto entonces hay que concluir que la sociedad contemporánea es un absoluto y redondo fracaso. Según el National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism, una agencia gubernamental norteamericana, “En el 2013, 86.8% de la población mayor de 18 años  reportó que había consumido alcohol al menos una vez en su vida; 70.7% reportó haber consumido alcohol el año anterior; 56.4% dijo haber consumido alcohol el mes anterior.” Según el sitio web Havocscope, un sitio dedicado a las estadísticas que se pueden recopilar sobre actividades económicas ilegales, el número de prostitutas en los Estados Unidos alcanza la cifra de un millón. La agencia del gobierno, Federal Voting Assistance Program, estima entre 4.5 y 6.5 millones el total de ciudadanos norteamericanos que viven fuera de los Estados Unidos, por razones de trabajo, estudio o familiares. ¿Es la sociedad norteamericana una sociedad fracasada? ¿El modelo democrático-burgués está agotado? Según los criterios de Padura vamos a la debacle. Si esas estadísticas se ajustan a la realidad de un país con una economía tan desarrollada entonces que cabe esperar de países subdesarrollados, carentes de recursos energéticos, dependientes de industrias básicas muy vulnerables como el turismo o las exportaciones agrícolas. Creo que lo que alarma a Padura, y a mí, es el contraste. El contraste entre los primeros treinta años de sociedad revolucionaria y los años subsiguientes al colapso de la Unión Soviética y el campo socialista es lo que desconcierta y deja perplejo. La perplejidad y el desconcierto del contraste. Lo que llevó a  muchos de los coetáneos del escritor Padura a alcoholizarse, prostituirse o emigrar no fueron las políticas revolucionarias de educación y salud pública universal, ni las de seguridad social, ni la ley de reforma urbana y agraria, ni la concentración de la propiedad en manos del estado, ni la supresión de los partidos políticos y de la institucionalidad civil, como la prensa independiente, ni la movilización general del país como un gran cuartel, ni la supresión de la ciudadanía en nombre de la soldadesca, el pueblo uniformado… Nada de eso… Fue la quiebra de la base económica que sustentaba ese modelo, con sus bondades y maldades, y la introducción de muy controladas y pequeñas dosis de capitalismo lo que hizo que muchos perdieran la cabeza, la vergüenza y pusieran pies en polvorosa. La realidad entró en la utopía. Sólo una prensa poco comprometida con la verdad y con tan bajo compromiso con la ética periodística puede darle cabida a tamaño desaguisado. No recuerdo haber leído en la prensa norteamericana tales criterios para enjuiciar políticamente la realidad cubana. Cualquier persona medianamente sensata sabe que son insostenibles. Dice Padura que sus “personajes se han ido haciendo cada vez más descarnados y trágicos, pero lo es porque la realidad de Cuba se ha vuelto igual de descarnada y trágica”. Creo que Padura o no ha leído o ha leído muy descuidadamente la literatura norteamericana… O quizás no haya pasado de Louise Marie Alcott. Y aún así… La constelación de losers, inadaptados, bandidos, degenerados, idiotas que pululan en la literatura norteamericana es impresionante, porque la realidad es descarnada y trágica. Y a nadie se le ocurre hacer colapsar el sistema, ni cambiar el régimen porque la realidad es descarnada y trágica. Casi al final del artículo dice Padura que escribe los guiones que le encargan con mucha nostalgia… ¿Nostalgia de qué? Padura, baja a la realidad, ¿qué extrañas? ¿la Cuba de los sesenta, de los setenta y de los ochenta? ¿Esas Cubas? ¿O serán Cubas Libres?

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