Monday, June 22, 2009

El verde se ha tornado en el color de la política, o mejor, del political fashion; el verde y el internet -youtube, twitter, facebook. Nada que no se puede estar oculto -el tan defendido derecho a la privacidad, a la intimidad, escamoteado por las sociedades democráticas. Los secretos de la República Islámica de Irán al descubierto, sus cuitas electorales, las calles tomadas por la juventud teléfono móvil en mano, y la media quiere, a toda costa, reeditar las revueltas populares de los países comunistas de Europa central y oriental veinte años después; de la revolución de terciopelo a la revolución de los internautas. Ahmadinejad, como Chávez, no despiertan en mí, simpatía alguna, no tienen la agudeza política ni el talento histriónico de Fidel Castro; pero sus políticas de desafío del gobierno norteamericano y sus políticas imperiales sumado al emergente liderazgo de esos países periféricos en temas tan sensible como el suministro de hidrocarburos y la producción de energía nuclear despiertan, no ya mi simpatía -cosa de poca monta en política-, sino cierto sentido de responsabilidad política, de compromiso ético con la verdad en política.

Irán es comidilla diaria en la gran prensa norteamericana. Venezuela tiene menos impacto mediático -solo en la villa miseria moral de Miami se hace de ese país un objetivo mediático diario. Irán quiere tener armas nucleares, argumento que nos recuerda las mentiras del former president Bush; Irán amenaza la paz en Medio Oriente (Israel no,Israel, es la clave de la paz en esa región asiática); Irán es un país violador de los derechos humanos; Irán por aquí, Irán por allá. Ahora se robaron las elecciones los partidarios del duro e implacable (ya le dicen dictador) Ahmadinejad. Mousavi y su proyecto moderado, es la víctima. Cansado de esta letanía secular que se repite cansonamente cada vez que un dirigente político osa decir cosas políticamente correctas como denunciar el carácter represivo del Estado israelí en sus relaciones con los palestinos y el mundo árabe, las injustificadas intervenciones norteamericanas en la región, la manipulación de la prensa occidental y la creación de estereotipos, cansado, pues, busco a Fisk. Robert Fisk, súbdito británico, periodista especializado en temas de esa región tan levantisca. Y ¿qué me encuentro? Un reportaje que retrata la situación en ese país varios días atrás, ahora parece que las cosas han derivado en una situación muy confusa, con demasiada pseudo información saliendo, Estados Unidos frotándose las manos y los conservadores que quisieran al vaquero de vuelta para hacer nada, vacía retórica de guapo de barrio, porque los estrategas saben que el ejército iraní no está desgastado ni desmoralizado como lo estaba el iraquí hace seis años, que hay no hay grietas éticas para explotar. El reportaje de Fisk cuestiona lo que las agencias de prensa tradicionales han estado reportando. ¿Casualidad? ¿Impericia?

"No-one's told me not to drive around so I go and see wounded people and go and watch these confrontations and no-one seems to bother me.

I rather think an awful lot of journalists take it too seriously. If you get in a car and go out and see things, no-one's going to stop you, frankly".

Y con ese sentido que me aportó ser de minorías en la Cuba de los años duros, apuesto por la oposición, la disidencia, el desacato de los poderes establecidos, y leo a Fisk para tener una idea más exacta de lo que pasa en esa convulsa y entrañable región, no porque esté en absoluto control de la realidad y la verdad pero al menos trata de no confundir los deseos con la realidad. Como escribió en The Independent el pasado sábado con ese tan británico sentido del humor: "There are special codes of morality to be applied to Middle East countries which definitely must not apply to us".

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