Wednesday, April 15, 2015

Guntar Grass y Eduardo Galeano, a sus memorias y obras

[abril 15, 2015]
Compartieron una misma vocación, la escritura, y el mismo día de partida, 13 de abril de 2015 —Gunter Grass y Eduardo Galeano, el primero más recordado por sus novelas, el segundo por su obra ensayística, los dos por su compromiso con los aires políticos de la modernidad. Gunter Grass confesó, al final de su vida, que había ocultado su pasado nazi después de haber exhortado a los alemanes a confrontar aspectos desagradables de su historia pasada. Eduardo Galeano sucumbió a la tentación democrática capitalista y escribió sobre los sucesos que algunos, con saña y malas intenciones muy pedestres, llaman la Primavera Negra, “Por si no bastara con la pérfida impunidad de la masacre en Irak, el Gobierno cubano comete ahora actos que, como diría el escritor uruguayo Carlos Quijano, "pecan contra la esperanza".
[Una digresión teológica: ¿Dónde estarán ahora las almas de Gunter y Eduardo? Sabemos donde reposan sus restos mortales, pero sus almas, no. Quizás estén rindiendo cuentas de sus pecados, muchos o pocos, terribles o pasajeros. Gunter por su escondida militancia en las SS —no porque haya sido miembro de esos cuerpos élites de la Alemania Nazi, sino por esconderlos sin afrontar la verdad a tiempo—, Galeano por sus civiles y educadas pasiones que actúan,\ en detrimento de la solicitud del alma, descarnada. Así esperando la sentencia del Inapelable.]
Lectura de Grass en La Habana (de los ochenta) a instancias de un amigo, “El tambor de hojalata” que es una novela de la que apenas guardo recuerdo, ni imperecedero, ni formativo. Es una novela que hace aguas en mi memoria de lector. Sin embargo, recuerdo el hecho físico de la lectura, el lugar de la lectura, el peso del libro, las páginas de papel amarillento o acanelado. No creo que vuelva sobre la novela, sin embargo, sus ensayos y memorias están en la lista de lecturas a hacer, pending es su status. ¿Por qué Gunter Grass ocultó durante tanto tiempo su pertenencia a las tropas élites de la Alemania Nazi? Su participación debió ser limitada tomando en  cuenta su edad. Quizás la excesiva vergüenza o la desconfianza en que este dato pudiera arruinar su papel de conciencia moral de la Alemania post-guerra o su carrera de escritor, porque su activismo político en contra de las injusticias sociales y la constante denuncia del pasado alemán pudiera haberse visto minado si entregaba ese pedazo de biografía suya. Aun así, es muy extraño que un moralista como él renegase de su pasado —la esencia de la moral es la verdad, la verdad asumida en toda su desnudez y con todo el dolor. Si hubiera asumido en sí mismo todo el horror del pasado que denunció con tanta pasión hubiera sido más creíble. De cualquier manera la obra de Gunter Grass es el testimonio de un siglo de guerras frías y calientes, de ideologías tenidas por verdades reveladas. La lectura de la obra del autor alemán es de gran valía para la comprensión del siglo veinte, sirve como guía de eventos, personalidades, complejos y sucesos. No sólo la obra, sino la vida de Gunter Grass también es la silueta del siglo.
Recuerdo a Eduardo Galeano en la escasa televisión cubana de los setenta. Galeano sentado leyendo sus textos que fueron premiado en el concurso “Casa de las Américas”, 1975. Poco a poco fui aprendiendo de él, de su escritura, escuchando algunos amigos referirse a él, leer juntos algunos textos suyos, hasta que llegó la revelación a principio de los años ochenta con “Las venas abiertas de América Latina” y con ella, la comprensión de las (injustas) relaciones entre las Américas y el histórico reclamo de justicia y respeto; y saber después, muchos años después de haberme mudado de América, que él, Galeano, rehusaba leer el libro, su libro, el libro de las revelaciones; y busqué diferentes versiones para comprobar que “The New York Time” lo estaba usando, manipulando, tergiversando, pero encontré más confirmaciones de que el propio Galeano se alejaba de su propia obra. Más doloroso fue ver la bienvenida que le dieron por esta ciudad de Miami. Cuando esto sucedió escribí lo que sigue:
 “According to a “The New York Times”, the Uruguayan writer, Eduardo Galeano, “disavows” his book, “The Open Veins of Latin America”. It is sad to see an accomplished writer gives up his own work. Even though their philosophical or political views had changed, authors should stand up their works. Galeano has renegaded of a work that has become if not a bible as many people say, at least an indispensable reading on Latin American history. It is a historical account from the perspective of the losers and the anonymous. Galeano said he was an ignorant on political economy at the time he wrote that book —every word he says to justify his change of mind on his own book makes it worse. The Times cited him saying in Brasilia, “I wouldn’t be capable of reading this book again; I’d keel over. For me, this prose of the traditional left is extremely leaden, and my physique can’t tolerate it” —this should have never been told. He showed some doubtful attitudes during the events that that led to three death sentences in Cuba in 2003 and he judged the Cuban government because of that. Later he retracted and admitted the exceptional circumstances that led the Cuban government to take such extreme measures. And now these comments on a book that made him a renowned author. There is something disappointing here. His American publisher, Michael Yates, scared with a declining in the sales said something that is as true as a rock, “Please! The book is an entity independent of the writer and anything he might think now.” Mr. Yates is right —nothing will change the validity of Galeano’s “Open Veins”. It will always be a reference to discuss, to agree and disagree, to correct with the new realities, and it is also an unquestionable depiction of the history of Latin America. [Solavaya: Muerto en vida está Galeano: Montaner lo acoge, lo bendice con la santísima trinidad del capitalismo: el mercado, la libre empresa y la desregulación y le regala esta humildísima sentencia final: “Me gustaría creer que parte de la educación de Galeano y de su rectificación vienen del examen de estos libros. [Con ‘estos libros’, Carlos A. Montaner se refiere a unos libros escritos en cerrado compadreo entre su hujo, Alvaro Vargas Llosa y Plinio Apuleyo Mendoza, otro converso.] Si es así, ha valido la pena haberlos escrito.”]

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