Wednesday, November 25, 2009

Del nacimiento de una estrella y otros pormenores

Nunca imaginé tener que escribir el nombre transnacional de Y…, la blogger más exitosa de las nuevas redes sociales de comunicación, como les gusta escribir a los académicos e intelectuales cubanos transnacionales y postcastristas. La blogger que recibió una mención especial, no un premio, de la Escuela de Periodismo del Universidad de Columbia en New York y, esta vez sí, un premio del grupo PRISA de España.

Realmente, más allá de coincidir o discrepar, suave o acérrimamente, con ciertas prácticas sociales e históricas, el proyecto revolucionario cubano desde sus inicios en La Demajagua hasta este preciso momento, pasando por diversas estrategias y niveles de enconamiento, siempre ha contado con el desagrado de los gobiernos norteamericanos que, celosamente, han cuidado de cultivar sus interlocutores naturales tanto en la isla como en su emigración. Lo que deforma el discurso de oposición o disidencia al proyecto revolucionario cubano es su falta de raíz y ala en la realidad histórica y política cubana, haciendo pasar por crítica reflexiva lo que no alcanza siquiera la categoría de viñeta costumbrista. Creerse después de esta última payasada que Y.. es una escritora es como decir que Gorki Aguila es músico, la misma categoría de ícono fabricado por lo que Ubieta llama "una red de intereses transnacionales que juega al duro". Tanto ella como él tienen derecho a escribir y componer, a ser escuchados por aquellos que deseen pero, tanto en Cuba como en cualquier otro país, ese derecho tiene que ejercerse con responsabilidad, lo que significa con total conciencia de las coordenadas políticas en las que ciertos mensajes se transmiten.

La blogger que lo fotografía todo y a todos, que pasa de acosada a acosadora, que toma vídeos de todo lo que puede, se le olvidó dejar constancia gráfica de los hematomas y otros moretones que le hicieron padecer los policías encubiertos frente a una parada de ómnibus en el Vedado habanero. Sus naturales cajas de resonancia, la prensa extranjera, no pudieron obtener evidencia de la golpiza. Sus magulladuras y contusiones se borraron tan rápidamente como llegaron -tras un acto de prestidigitación, de ilusionismo, quizás, quién sabe, de una alucinación.

El texto de Ubieta describe con acierto los tres posibles interlocutores de un diálogo o de un debate en torno a la temática cubana: con "aquellos que reconocen y aceptan la legitimidad histórica de la Revolución, y están dispuestos a buscar una zona común de respeto para la convivencia, es posible y necesario el diálogo", con "aquellos que difieren de nuestros criterios y nos suponen equivocados, pero argumentan con seriedad su posición, puede existir el debate" y con "el país o la persona que discrepan [y] tienen como único fin de sus actos el derrocamiento de su adversario, la toma del poder, si existe una intención expresa de subversión, entonces hablamos de confrontación y del derecho de la Revolución a defenderse": con los primeros, diálogo; con los segundos, debate; con los últimos, confrontación. Existe también, Ubieta, una emigración patriótica y revolucionaria que no se acomoda en ninguno de los perfiles descritos y va más allá de la aceptación o no de la legitimidad histórica de la Revolución, de la seriedad o no de argumentos y, por supuesto, pasa de largo la confrontación. Esta es la emigración legítima heredera de las comunidades de obreros de Tampa y Key West que con sus escaseces y patriotismo patrocinaron y fundaron el Partido Revolucionario Cubano y fueron irreductibles en su lealtad a Martí.

Siempre me he preguntado por qué el exilio que comenzó con el triunfo revolucionario de 1959 eligió Miami y no sus, digamos, naturales e históricos asentamientos floridanos para establecerse. La naturaleza de esta hornada de exiliados, la catadura moral de la misma, su pertenencia social, su complicidad con las causas de las frustraciones republicanas impedía siquiera concebir otro destino que no fuera el turístico Miami. Los organismos de inteligencia norteamericanos aprovecharon una comunidad asimétrica históricamente para desligarla, cada vez más, de los destinos históricos de su país de origen y montaron un laboratorio de ingeniería social que ha dado resultados estupendos: una comunidad de inmigrantes de origen hispano aliada de los más reaccionarios intereses de la nación norteamericana y contraria a los intereses de la comunidad latinoamericana afincada en este país y, en consecuencia, de América Latina; una comunidad alienada de su origen y de su destino.

Desafortunadamente, la revolución para muchos fuera de Cuba y para algunos dentro de Cuba es un hecho desdichado y carente de lógica histórica, una dictadura anacrónica y bestial; algunos han cruzado el umbral de las emociones políticas y han teorizado sobre la imposibilidad de la existencia de Cuba como "entidad soberana" tal cual la describieron los constituyentes del 1901 y con ese propósito han pretendido desmontar la conciencia cubana de sus referentes fundamentales, para hacerla más solvente de cara, según ellos, al único modelo válido y permanente, la democracia liberal.

Afortunadamente, la revolución para muchos en Cuba y algunos fuera de Cuba es la única posibilidad histórica para la existencia de la nación cubana, la única manera de preservar la identidad propia e inclusiva, y cultivar el diálogo y el debate es deber ciudadano para preservar el proyecto revolucionario cubano en un contexto socialista, revolucionario y democrático.

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