Tuesday, March 16, 2010

Alejandro Armengol

Pienso en Alejandro Armengol con simpatía y compasión. La única vez que lo he visto fue en la pasada Feria del Libro y realmente la imagen me conmovió: paseaba lentamente por los bulevares del centro de Miami y de su brazo una dama, evidentemente su señora madre; él de unos cincuenta y tantos años de edad y ella ya mayor, con la nobleza que otorga el tiempo y el decoro de haberlo vivido bien dibujado en su rostro. Sí, pienso en Alejandro Armengol con simpatía y compasión; simpatía por el estilo de su escritura, la honestidad con que dice ciertas cosas, la pasión por la verdad, el deseo, la intención discernible de cultura y literatura en sus textos periodísticos; simpatía también porque acuerdo con él en determinados enfoques sobre la comunidad cubana de Miami y, ya se sabe, que no hay neutralidad en esos de los afectos de cualquier orden o desorden. Pero, ¡ay!, Alejandro Armengol trabaja, vive de un empleo en uno de los peores lugares de esta ciudad-estado de Miami, el periódico local cuyo nombre es, a la vez, un chiste y una indicación socio-lingüística. Alejandro debe sufrir la mediocridad y pacatería de sus ¿colegas? y de vez en cuando tiene que acudir a la retórica del patío sin la cual pudiera ser despedido inmediatamente de la plaza pública y condenado al ostracismo. Y no es que Alejandro Armengol no sea un anticastrista, claro que sí, lo es; le disgusta el gobierno de los Castro y la revolución, y le parece, además, que este último medio siglo ha sido de desventuras y pérdidas más que otra cosa. Pero Alejandro Armengol es una persona seria, que se toma responsablemente su profesión periodística y lo que parece ser su vocación más raigal, la literatura. Por eso paso por alto los artículos en los que se inclina ceremoniosamente sobre los temas-fuerza de la ciudad-estado: la represión en Cuba, la escasez y la crisis económica, la tiranía castrista y otros. Y, como ya dije, no es que no crea en lo que escribe, sino que no cree en cómo lo escribe. Razones de estilo que sólo algunos conocen.

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