políticas
Barak Obama: El primer conato de involucrar al Presidente electo Barak Obama en un sucio y ramplón esquema de ventas de influencias y asientos senatoriales fue puesto en marcha. De nuevo la probidad de los políticos norteamericano es cuestionada. ¿Dónde están los periodistas del patio que se rasgan las vestiduras ante cualquier asomo de corrupción en cualquier país latinoamericano? El presidente-electo tiene un camino cuesta arriba con la prensa, parecido quizás al que recorrió Clinton, no así a Mr. Bush a pesar de las terribles cosas que provocó su pusilanimidad y su complicidad. Pero, lo que llaman aquí "izquierda", liberales, gays, feministas, promotores de causas sociales, no deben pedirle peras al olmo: Obama no es revolucionario, ni siquiera un reformista social. Obama es un hombre del sistema, que cree en el sistema, representa al sistema y quiere moverse dentro de él con suficiente holgura y parece necesita de una política de acuerdos con los sectores de poder del país. Así el nombramiento de Rick Warren que ha levantado comentarios irritantes y contradictorios de tirios y troyanos. El presidente electo Obama cree, con todo derecho y legitimidad, que se puede el sistema tiene suficiente capacidad para reinventarse a si mismo. Habrá muchas sorpresas más sobre todo para aquellos que creen que el vino viejo puede ser servido en odres nuevos.
Cuba: La recién finalizada cumbre de mandatarios latinoamericanos y caribeños deja, al fin, de lado dos conceptos que han estado siempre en las mentes y en los riñones de muchos latinoamericanos: el ibero americanismo y el panamericanismo, así como sus émulos la "leyenda negra" del genocidio español contra las poblaciones autóctonas de las Américas y el anti-americanismo a ultranza que hizo a muchos concebir sueños delirantes con respecto a la supuesta fundación diabólica de los EE.UU. La relación con España es absoluta y necesariamente distinta en categoría y talante que la relación que los países latinoamericanos y caribeños con los EE.UU. Razones históricas y culturales hacen esas dos relaciones distintas. Las relaciones con los EE.UU. han sido traumáticas pero no por ello se deben rediseñar sobre la base del resentimiento y del desconocimiento de la realidad que impone la geografía y, por qué no, los ya históricos lazos entre estas dos partes del mal llamado "nuevo mundo". El reclamo unánime de los gobiernos reunidos en Bahía de terminar incondicionalmente el embargo económico de los EE.UU. contra Cuba y de reanudar las negociaciones entre la Argentina y el Reino Unido para resolver el status de las Malvinas y otras islas son pruebas de que el tiempo de los tutelajes va quedando irremediablemente en el pasado. La contribución de la revolución cubana a este proceso es incuestionable, al margen de las querellas internas. Cuba se convirtió en la piedra angular de las relaciones entre las dos Américas, éstas se definían en relación a Cuba. España tendrá que reevaluar sus relaciones con los países latinoamericanos que fueron parte del imperio colonial español, otro tanto hará Portugal con Brasil, aunque sus relaciones son completamente diferentes a las de España con sus antiguas colonias, y el resto de las naciones caribeñas tendrán que, con sus ex-metrópolis de Francia y el Reino Unido, establecer un código de entendimiento que integre las nuevas realidades que se irán creando a partir de esta reunión de países latinoamericanos y caribeños más independientes.