Tuesday, May 24, 2016

Los nuevos perros para el mismo collar

Los reportes que llegan de Cuba no son nada halagüeños —las bodegas llegaron ya, y llegaron bailando reguetón… La propiedad privada de ciertos servicios es un mal necesario en una sociedad en transición—ni el nuevo estado tiene los medios para ser eficiente, ni la conciencia política ha alcanzado la madurez necesaria para asumir la socialización de los medios de producción y servicios. El modelo que a fuerza de hierro y marketing quieren imponer es el de anular el Estado en nombre de las corporaciones, reducir el gobierno a una pura agencia de redistribución de las migajas que deja caer el “uno por ciento” y control del “noventa y nueve por ciento”, y convertir a la ciudadanía en consumidores modelos, en roedores insaciables, en conejitos copuladores… En cuanto al poder político,  ya tuvimos a Aznar en España con bigotito y todo, y a Berlusconi en Italia, y Francia casi se gana a Dominique Strauss-Kahn, solo que lo sorprendieron, literalmente, con las manos en la masa y casi que termina en el talego. Entonces, ¿por qué desanimarse? Trump está ahí, al doblar de la esquina. ¿Y qué tiene que ver todo esto con Cuba, y las bodegas, y el reguetón? Bueno, un guiño teórico a lo que sucede en Cuba en materia de transformaciones económicas, un intento de pensar más acá del ensordecedor ruido de las bocinas con reguetón. Lo dicho, los reportes que tengo de Cuba distan de ser halagüeños…

Este domingo, de visita en casa de E., pude ver un programa de Anthony Bourdain, recientemente filmado en Cuba. He visto muchos de sus programas reportando de lugares distantes, la exótica imaginería culinaria local, pero este tenía ese sabor agridulce que le produce a todo buen norteamericano hablar de Cuba, acercarse a Cuba. Por un lado, se dan cuenta de que los han estado engañando, en el caso de Bourdain, toda la vida —nació en 1956—, que el cuento del monstruo asesino, de las ergástulas y el sufrimiento sin par del pueblo cubano es puro humo —es verdad que no llegó al cielo, pero está muy lejos del infierno: lo sabe muy bien, ha viajado mucho. Del otro lado, tiene, Bourdain, a sus interlocutores cubanos, artistas, empresarios, artistas-empresarios, gente común, intelectuales, fanáticos de los automóviles, que tratan de venderse por todos los medios como gente “normal”, sin una agenda, sólo adecuarse a los nuevos tiempos, comentarios, aquí y allá, mucha deliciosa comida y mucho ruido y mucho charm y mucho sol y mucha naturalidad y una seguridad que no se lo puede creer y, entonces, de ahí viene ese sabor agridulce, del contraste entra la propaganda y la realidad. Este programa de Bourdain sobre Cuba no me llenó de sano orgullo ni el deseo legítimo de regresar…, este programa me embargó de tristeza, porque detrás de ese discurso neutro, “normal”, de esa comida deliciosa y ese ruido, detrás de ese charm y ese sol y esa voluntad explícita de seducir está el rendimiento por cansancio, está el convencimiento de que, ya que todos no somos tan iguales, seamos lo más diferente posible… Entonces, como de pasada, la cámara toma rostros viejos y cansados, solos y apartados, y edificios en franca fase de demolición, y pienso que esos rostros fueron los del sacrificio de ayer, los jóvenes más o menos voluntarios de la agricultura y la construcción, y las misiones internacionalistas, y que los que se beneficiaron de su sacrificio, hoy se los sacuden de arriba, y no los invitan ni a la Fábrica de Arte, ni a ese patio de caldosa y cervezas frías, y rumbita de Kelvin Ochoa y diseño de Los Carpinteros… Esos rostros viejos y cansados alguna vez sonrieron imaginando su futuro y el de sus hijos, y la historia les jugó la mala pasada de detenerse, justo cuando debía continuar.

En cada una de las secuencias del programa se ve, por la rendija que se abre entre la gente y las cosas, que el bien habitó entre nosotros, que la utopía halló espacio para anidar… En el programa se ve lo que los más desesperados intentos de ocultar no pueden, que hay más cosas que defender y proteger de la que los mismos cubanos se dan cuenta. De algo pueden estar seguros, si el gobierno cubano en un acto de irresponsabilidad y lesa traición abriera el país, y sus recursos, y su mercado, tal cual se lo piden y exigen el gobierno norteamericano y los petimetres —nunca mejor dicho— locales y del exilio, la institucionalidad del Estado cubano y el incipiente sector no estatal desparecerían en nada, y este último, con su discurso de “normalidad”, primero. El sector estatal y el no estatal de la economía cubana no tienen ni los recursos, ni el capital, ni la tecnología, ni la rapacidad, ni la maldad del mundo corporativo norteamericano que desembarcaría en Cuba con la maleta de golosinas delante, las golosinas de la libertad de expresión y asociación, las golosinas del pluripartidismo y la iniciativa privada, y esos ciudadanos cubanos, ese pueblo cubano por el que tanto advocara Obama durante su visita a Cuba, serían desplazados, descolocados, despedazados para hacer espacio para la nueva realidad, la realidad real, que dice un amigo.

Aunque los reportes que me llegan de Cuba no son muy halagüeños y el programa de Bourdain me halla entristecido, tengo la secreta esperanza, casi la certeza, de que la responsabilidad y la seriedad de las instituciones cubanas que tienen que ver directamente con el funcionamiento del día-a-día del país están comprometidas con la estabilidad y la seguridad de la ciudadanía y el pueblo, así como con la soberanía del Estado cubano.


Como no pudieron a la fuerza, quieren probar con la “diplomacia”, pero para que ésta le funcione tienen que volver a aislar a Cuba, esta vez no con diplomacia (Punta del Este, 1962), sino a la fuerza, por eso están propiciando la desestabilización de todos los gobiernos progresistas de la región para que a Cuba, aislada otra vez, no le quede más remedio que caer como la manzana madura que siempre nos han considerado. En este contexto no hay discurso neutro ni normal, no hay equidistancias. La única posibilidad de Cuba es su realidad de hoy. ¿Perfectible? Sí. Revolucionaria siempre. El mundo de hoy es muy diferente al mundo de hace veinticinco años atrás, cuando la Unión Soviética colapsó. Las tecnologías de la información y de la comunicación han alterado considerablemente la relación espacio/tiempo y la forma de relacionarnos. La responsabilidad de los países más poderosos debe ser tan global como los intereses y las ganancias. Cuba, desde su condición de país pobre y subdesarrollado, ha demostrado que se puede vivir con dignidad y compartir, pero solo dentro de un proyecto de país informado por los valores que le son consustanciales como nación y esos son, lo sabemos todos, los ideales de justicia y libertad que nacieron entre las paredes del Seminario San Carlos y San Ambrosio, se desparramaron por los salones de las ciudades y las soledades de los campos, se consolidaron en la manigua, se cultivaron en los hogares cubanos, escalaron la Sierra Maestra y, desde entonces, tratan de colocarse definitivamente en la mente y los corazones, en el ser  y en el quehacer, de los cubanos.

Thursday, May 19, 2016

Ya, tarde en la noche, velando...

A C., que no olvida a Martí

No puedo y no quiero que termine el día sin anotar algo sobre este día difícil pero necesario. El Maestro cruzó el arroyo de la sierra. Reproduzco un artículo de Maria Zambrano recordando el cien aniversario que se acercaba. En esos momentos, en algún punto de la geografía cubana, otros se aprestaban a continuar la guerra necesaria...

Martí camino de su muerte

Por María Zambrano

SUELEN dividirse los hombres que han dejado memoria de sí en aquellos que hacen y aquellos que cantan o piensan sobre lo que otros hicieron o simplemente sobre lo que pasa en su torno: poetas y aún filósofos -si por filósofo se entiende el que se siente obligado a dar cuenta del Mundo que encuentra, a la luz de una idea que lo juzga e ilumina-. Y no es frecuente que ambas cosas, la acción y su comentario, el hacer y la expresión se reúnan en un hombre solo. El hombre de acción, se ha dicho, piensa después de haber actuado y rara vez lo cuenta y menos aún, echa sobre sí la penosa tarea de descifrarlo. El hombre de acción suele destacarse por su mutismo.

Diríase que el hombre de acción y el poeta viven tiempos distintos y que mantienen una distinta relación con lo más decisivo de la vida, con la muerte. Al hombre de acción la muerte parece llegarle de improviso, le sobreviene como a un cazador cazado. A todo el que no medita o poetice, la muerte le llega de sorpresa. Mientras que al poeta y al meditador aunque no le hayan dedicado sus pensamientos, la muerte les llega desde adentro, de un modo íntimo, como la madurez natural de un fruto logrado, pues no se trata de un proceso de la conciencia, sino de la intimidad; y del modo en que se vive el instante, vaciándolo de su sentido recóndito, descubriendo su relación con el remoto instante ya ido, anticipando el porvenir. Poetizar es recordar; meditar más bien anticipar o anticiparse, viviendo de antemano, proyectando. Y es este doble movimiento de la intimidad el que parece crear ese modo de ir hacia la muerte, haciéndose amigo de ella, como la finalidad de la vida y no su brusco término.

No parece haber huella de presentimiento, ni la más leve preocupación ante la muerte en esas últimas páginas que Martí escribiera el Diario de Cabo Haitiano a Entrerios. Quizás él no imaginaba que iba hacia su fin, o quizás no quiso transcribirlo, mas la existencia misma delDiario, su tono y una específica calidad como de misterioso temblor del alma ante las cosas que parecen herirle, hace que sea un testimonio de los más preciosos y raros que un hombre puede dejar, más que un testamento, cosa del pensar; un itinerario de su morir, cosa del ser.

Es la cercanía de la muerte gran reveladora; no hay además de ella sino esa angustia de la culpa para hacer que el fondo secreto de la persona salga a la luz, se manifieste, en esa acción que es la Confesión, la simple confesión literaria. Más los autores de Confesiones lo han hecho desde una conciencia ganada por la angustia, empujados por el anhelo de darse a comprender.

Cuando no se siente esta angustia de la falta, y la muerte se deja sentir desde adentro, es porque algo ha sucedido; algo que devuelve el estado de inocencia -esa inocencia que suponemos en el niño-, un candor que es desnudez del alma que se deja herir por toda cosa, que vibra despidiéndose sin saberlo; y una paz profunda en ese adiós.

Es lo que el Diario de Cabo Haitiano, de José Martí, trasmite a quien lo lee; va desnudo y sin secreto, sin sombra de máscara casi, como si hubiera muerto ya… y estaba vivo; viva, sin defensa alguna, toda su sensibilidad que recoge la imagen de cada árbol, de cada mata, de cada gesto y figura viviente: la jutía degollada para el condumio, la taza de café con que les acogen los amigos y seguidores. Y aquellos forajidos fusilado el uno, salvados por él los otros dos -"aconsejé y obtuve el perdón". Percibe la diferente forma que el terror toma en cada uno de ellos. Nada se le escapa, ni el color de unas flores ni las nubes que pasan por el cielo, ni el vestido de una niña, ni la actitud remisa de algunos hombres esclavos del salario. Quizás él no supiera claramente dónde iba o no quisiera -por pudor ante el misterio último saberlo- pero sí sabía de dónde venía, aunque apenas lo deje entrever. Pues ¿qué le ha pasado a un hombre que se deja herir con tanta paz y que alcanza tiempo para escribir esas miles de heridas que todas las cosas le infieren? Diríase que ha ido más allá de la esperanza, que la ha dejado atrás.

¿De la esperanza? No dudaba del triunfo de la causa a que se había entregado; lo sabía cierto, inevitablemente cierto, más allá de los combates que faltaran por dar, cierto en virtud de la necesidad histórica, la sabía cierta quizás porque había cumplido… ¿Qué le había pasado, pues?

Hay algo que cuando se cumple deja al protagonista como en la orla de la vida; el sacrificio. Difícil palabra, imposible casi de usar, por el abuso que de ella hizo el romanticismo y por algo más grave aún: porque el sacrificio es la acción que vence a la ambigüedad en que se debate siempre la vida de todo hombre y más aún la del hombre de acción. De sacrifico suele revestirse toda ambición desmedida. Y hay cosas que solo de otro pueden decirse que cuando se dicen de sí mismo: sacrificio, humildad, suenan a falso. ¿Se entiende acaso que alguien diga: "yo que soy tan humilde"? Deja de serlo en ese mismo instante; así el que sabe que se sacrifica de modo consciente, torna ambigua, dudosa esta acción que necesita, para ser cumplida, ser inocente.

Ser realizada en la inocencia, no quiere decir no ser sentida. Pero el sentimiento es tan íntimo y total que no deja lugar a la elocución. No puede ser declarado; se siente, pero no se sabe.

Iba hacia su muerte, la suya; pues solo alcanza una muerte propia, aquel que ha cumplido hasta el fin. Quien ha realizado su hazaña pasando por todos los momentos esenciales que hacen humana la vida del hombre: angustia, amargura vencida a fuerza de generosidad; soledad, esa soledad en que el ser se siente a sí mismo temblando y como perdido en la inmensidad del universo y también la compañía de todas las cosas, las más altas y lejanas y las más humildes y próximas. Quien ha realizado el doble viaje: el descenso a los infiernos de la angustia y el vuelo de la certidumbre. Martí había recorrido la órbita de un hombre que asume total, íntegramente su vida: por eso teme su muerte propia, íntima, que le esperaba como el signo supremo de su ser.

Se había vencido a sí mismo -que tal cosa es sacrificarse-. Nacido poeta tuvo que ser hombre de acción. Y toda acción es de por sí violenta. Todos los dones que había recibido -dones y castigos al par que hacen de un hombre poeta- habían de tirar de su ser para llevarle a una aventura íntima, a una de esas aventuras que se llevan a cabo apartándose del mundo y de todo lo que es lucha. No quiso. Y se le siente y se le ve revistiéndose de su condición terrestre, imponiéndose el deber de ser hombre; cumpliendo como en sacrificio ritual de la virilidad, el entrar en la violencia. Al hacerlo así, apuró su destino de hombre: pues no tenía vocación guerrera y fue a la guerra -laberinto de violencias- por destino. Pertenecía a esa clase de seres a quienes la simple violencia que es todo vivir, el de todos los días, le es un cilicio y hasta una cruz. Su destino no le estuvo dictado por su temperamento, ni por un deseo de evasión; se hizo a sí mismo en contra de sí, de sus gustos. Por amor a la libertad vivió en una absoluta obediencia. Y eso es el modo más alto y noble de ser hombre.

La Historia nos presenta a lo largo de las épocas personajes de una rara calidad que los separa de todos los de su rango. En el Imperio Romano es Marco Aurelio, quien deja sentir su tormento de ser emperador, de tener que mandar, que ser inexorable, él que hablaba a solas consigo mismo, en largos insomnios de la conciencia en vela. Y es Hamlet en el mundo de la ficción, -tan real- que habiendo nacido para soñar y meditar tuvo que hacer por su mano la justicia. Son "los débiles" que por una paradoja de la condición humana han de ser los más fuertes, y lo logran.

Y aun en la vida que no quedará escrita en la historia, en la vida anónima, la paradoja viene a ser la misma, son los llamados débiles quienes alcanzan la suprema fortaleza. Pues en esto no hay diferencia esencial alguna: es la moral única que podrían enunciarse en una forma valedera para cualquier condición humana: Toma tu Cruz, vale decir "asume tu destino", por mucho que contraríe a tu deseo, a tu placer, y aun a los dones que recibiste por la naturaleza. Lo cual lleva, cuando se hace, a tener que inventarse a sí mismo, a tener que crearse a sí mismo, rehaciéndose en cada instante, viviendo con la conciencia desvelada todos los menudos incidentes sobre los que los demás resbalan. Así José Martí a lo largo de su vida; escribir su biografía sería escribir la biografía de un puro sacrificio.

Y solo así se explica esa inocencia poética que le acompaña en todos los momentos de su acción y que se hace nítida en el extremo de la pureza que es la simplicidad, cuando va camino de su muerte. Había llegado a esa etapa final de la perfección moral que es el desasimiento: ¿qué podía temer si nada tenía que ambicionar? Se había ido reduciendo a sí mismo hasta quedarse en el esqueleto y menos y más aún, en ese fondo último de la persona, en algo intangible. El mismo lo dice en esas páginas como suelen decirse las íntimas verdades refiriéndolas a otro: El no quiere gente a caballo, ni lo monta él, ni tiene a bien los capotes de goma, sino la lluvia pura sufrida en silencio.

La lluvia pura sufrida en silencio… es el mismo Martí quien la sufre y la ha elegido como el elemento de su ser. La intemperie. El trabajo incesante de los hombres ha sido desde siempre el hacerse una casa y una casa es también la Cultura, las Leyes, la Historia… y hasta el Arte. Pero ha habido hombres que han querido vivir a la intemperie, para sentir hasta calarles los huesos esa lluvia incesante que siempre cae, sin protección, sin albergue. La lluvia pura del destino aceptado como algo celeste. Soportar la inclemencia que viene del cielo, de lo que está sobre nuestras cabezas. Es la forma de ser habitante del Planeta, de vivir un destino humano sobre la Tierra. Y esto para dejar una Casa hecha para los otros, para todos.

Por eso Martí no podía dejar de ser universal, de sentir universalmente el trozo de historia que le tocó vivir. Pues que su acción brotó del amor y fue mantenida por la conciencia en vela. Dejó esta acta de nacimiento a la Nación Cubana: haber nacido, no de una ambición partidaria y particularista, -de un afán de escisión-, sino de un anhelo de integrarse en la Historia Universal. Por ello, la idea de Libertad fue el eje y el último argumento de su obra, pues la Historia Universal es en el fondo la Historia de la Libertad.

Y la universalidad no excluye, sino que exige para conjugarse con ella la intimidad más entrañable. En un repliegue del campo cubano le esperaba la muerte, la suya, esa que solo alcanzan los limpios y humildes de corazón. Y él describe este lugar donde cayera: …El bello estribo de copudo verdor, dónde con un ancho recodo al frente se encuentran los dos ríos: el Contramaestre le entra allí al Cauto… allí hay arboleda oscura y una gran ceiba.

Y junto a la ceiba, ese árbol que pudiera ser la más pura expresión de la tierra y del cielo de Cuba que parece tocar con su copa, habría de caer para levantarse en una doble existencia: allí donde ya no hay más lluvia que sufrir y aquí, como un desvelado guardián de su pueblo, pura voz para ser oída en el silencio. A su muerte podrían aplicársele aquellos versos del poeta Antonio Machado -alguien que obtuvo su muerte propia por el sacrificio-: Y cuando llegue el día del último viaje -y esté al partir la nave que nunca ha de tornar- me encontraréis a bordo, ligero de equipaje -casi desnudo, como los hijos del mar.

1ro. de febrero de 1953

Monday, May 16, 2016

¡Ay! Los muertos

[mayo 16, 2016]

No exactamente cabalístico, pero de alguna manera obsesivo con las coincidencias de fechas y lugares, tiempo y espacio, así puedo describir esta notaria pasión de ordenar sucesos y hechos. Capote murió a los cincuenta y nueve años y su amiga de la infancia, Nelle Harper Lee, a los ochenta y nueve, es decir treinta años entre una muerte y la otra; Capote fue un trashumante y Lee una sedentaria; Capote, prolífico, lenguaraz; Lee, parca, retraída; Capote se muestra; Lee, se esconde. El viernes diecinueve de febrero de 2016, Nelle Harper Lee muere en el mismo pueblo en el que nació, cincuenta y seis años después de haber publicado un clásico de la literatura norteamericana; la autora no tuvo el destino académico que su obra aún recibe —lectura obligada en los currículos de la educación secundaria. Lee eligió estar en su lugar, retirarse de la vida pública sin recibir la publicidad que le dedicara la prensa a Salinger. Nelle Harper se retiró del mundo con normalidad —un “no” contundente a cualquier reclamo de entrevista o conversatorio o presencia pública, quizás denotando el carácter sureño, más apegado a la tradición y al recato que el carácter del neoyorkino, más dado a la extravagancia y extrovertido. De cualquier manera, Lee y Salinger son los grandes ausentes de la escena norteamericana de los sesenta que fueron los años de Warhol y Ginsberg (que hicieron del histrionismo una forma del arte), de los colores chillones y los gritos desaforados, los años de los altos acordes del rock-and-roll y las protestas contra la guerra de Vietnam. En ese contexto de mucho ruidos y pocas nueces, Lee y Salinger se aíslan, una, en el Sur, otro, en el Norte; la primera sin dramatismo, el otro con todo el dramatismo del mundo. Entonces, el viernes diecinueve de febrero de este año, Nelle Harper Lee se muere, no sólo en el mismo pueblo en el que nació, sino el mismo día que muere Umberto Eco, académico mediático, "un profesor serio que escribe novelas durante el fin de semana” como él mismo se describió, conocedor profundo de la historia y la cultura medieval y comentarista agudo de la cultura popular. Los dos, Lee y Eco, escogieron el mismo día para emprender el viaje ¿a la híper realidad? Pudieran estar conversando sobre sus novelas o sobre sus vidas que es más de lo mismo. No creo que Lee esté interesada en ese arcano que es la semiótica (Umberto siempre interesado en revelar lo que debe permanecer oculto, con múltiples significados, veladas lecturas, pasión para iniciados, pero él, Eco de sí mismo, es pontífice entre lo arcano y lo develado), pero sí en la novela, aunque quizás tampoco…, ella tan ensimismada y él tan entusiasmado, el pudor y el desenfado. Pero, bueno, va y Lee le pregunta por el detective William de Baskerville (Lee, dicen los biógrafos, leía con Capote, de chicos, muchas historias de detectives), y entonces, a lo mejor, ese es el hyperlink entre los dos, el misterio, lo detectivesco. La verdad sea dicha, en este caso escrita, he leído con mucho más placer a Eco que a Lee. Que la verdad sea escrita completamente: no he leído a Lee, nunca, pages here and there, mi conocimiento de la obra de Lee, de su única obra hasta hace un año, pudiéramos decir la obra que consta de una sola obra y que ha devenido en un clásico de las letras norteamericanas y que presumo Faulkner no tuvo tiempo de leer, toda vez que él murió en mil novecientos sesenta y dos pero asumo que él, Faulkner, hubiera sentido alguna curiosidad o, por lo menos, empatía con su fellow Southern writer, y hubiera ojeado el libro y quizás, incluso se hubiera entusiasmado y se lo hubiera leído completo. Bueno, pues, no he leído la obra de Lee, nunca, pages here and there, y mi conocimiento de la obra de Lee es pasiva y cinematográfica, (Gregory as Atticus), y sí he leído a Eco, mucho más que a Lee, porque de Lee no he leído nada. Entonces, con solo un libro, unas páginas, una página, que me haya leído de Eco, ya habré leído más a Eco que a Lee. De Eco en La Habana, y manos episcopales interpósitas,  leí "El nombre de la rosa", esa novela costumbrista que (nos) sedujo a tantos y que ahora, treinta años después de la lectura inicial (e iniciática), digámoslo con suma delicadeza, no hay que hacerse eco del Umberto novelista. Y, entonces, cuanto estoy a punto de creer que ya estas cuartillas llegaban a su final, y que les iba a dar el destino que merecen, éter y olvido, se muere Pat Conroy; no sé cuántas veces coloqué en los libreros de la biblioteca pública de Shenandoah sus novelas —toda la clientela norteamericana del lugar lo leía con verdadera devoción, y así llegué a él, a su novela "The Prince of Tides" y a la película homónima que dirigiera y protagonizara Bárbara Streisand y Nick Nolte en el ya lejano 1991, y que viera en un momento en que dejaba de amar a alguien para comenzar amar a otra persona, en el que morían afectos entrañables y estaban otros por nacer… Pero sobre todo, es la infancia de Conroy, la memoria de su infancia, lo que me hizo, here and there, comenzar a leer sus escritos, sus memorias, sus ensayos, sus notas, e ir descubriéndome, e ir descubriéndome en mi fallida paternidad. Entonces, mueren, como la biología manda, estos autores y otros, mejor o peor leídos, pero cada uno de ellos se han ido dejando en este lector lo que cada uno de ellos experimentó algún domingo en la tarde, el abandono más brutal.

Wednesday, May 11, 2016

Campaña presidencial 2016 (2)


[mayo 13, 2016]

La campaña presidencial de este año 2016 sigue provocando sorpresas, contrariedades y proponiendo imprevistos escenarios. El republicano con la más alta investidura de la nación se resiste a darle apoyo al virtualmente nominado Donald Trump. Bernie Sanders sigue acumulando votos, agriándole la vida a Hillary Clinton, alargándole el momento en que saboree su nominación… ¡Puede que nunca! Los republicanos, dice alguna prensa, están pensando en postular a alguien como una opción de lo que llaman un “third party”, un refugio seguro ante la tormenta de nieve que ha sido Trump hasta ahora. Ellos controlan la Cámara de Representantes, y puede que ninguno de los candidatos tenga los suficientes votos de los colegios electorales. Entonces, la constitución sería ese refugio seguro. La Constitución establece que es la Cámara de Representantes quien decide una elección que no se pueda decidir por mayoría de votos de los colegios electorales. Los republicanos son mayoría en dicho cuerpo legislativo y esto le daría la posibilidad de "elegir" a ese candidato del "third party" que ellos hayan introducido, como una cuña, casi al final de la campaña presidencial.

Donald Trump y Bernie Sanders coinciden en algo –ambos son outsiders y ambos reclaman representar el sentir del pueblo. El tan repudiado populismo colándose, abiertamente, en la establecida y formalista política norteamericana. Tantos años acusando de populista a cuanto político latinoamericano adoptaba, o adopta, políticas independientes y medidas que aligeran la pesada carga de la pobreza, y ahora le salen estos populistas de mierda, uno podrido en dinero que dice en público, sin asomo de vergüenza ni decencia, lo que la tradicional clase media blanca empobrecida dice en privado: que son los negros, los latinos, los musulmanes, los homosexuales, los planes de ayuda del Gobierno y todo lo que signifique una sociedad plural y justa de la desgracia de ellos. El otro, un político de carrera que ha servido en el Congreso, primero en la Cámara y después en el Senado, desde 1990. Alcalde de la ciudad más populosa de Vermont durante los ochenta, siempre ha sido de filiación política independiente y vinculado con causas progresistas. Su candidatura ofrece voz a los jóvenes, inconformes con la situación que están viviendo de sub-empleo y altísimos adeudos una vez que terminan su educación universitaria; a los de clase media y baja que ven sus ingresos diluirse en una imparable alza del costo de la vida comenzando con los más elementales servicios de vivienda, salud y educación, a los inmigrantes y sus familias, a los afroamericanos atrapados en un ciclo interminable de violencia y discriminación. Los partidos tradicionales están agotados y la economía ya no sirve más a los intereses de la mayoría –la economía es el feudo del “uno por ciento” que se han adueñado de más del cincuenta por ciento de la riqueza producida en el país.

Trump y Sanders molestan por diferentes razones: uno, por extravagante e inexperto en cuestiones de política; el otro, por la seriedad de sus denuncias y su propuesta. La movida que los republicanos parecen estar sopesando es un golpe de estado disfrazado de constitucionalidad, porque está calculado de antemano, no es que un empate virtual sea decidido por partes neutrales (si es que la neutralidad existe) –es la creación de escenarios artificiales para forzar una “salida constitucional". Habría que ver cuál sería la movida de los republicanos que controlan la cámara en el caso que Trump y Sanders fueran los candidatos de ambos partidos y no obtuvieran la cantidad reglamentaria de votos electorales. Habría que ver cómo la democracia funcionaría.

Tuesday, May 10, 2016

Comentarios intercalados

[El artículo "Finalmente, ¿qué es Cuba Posible?", de Diosnara Ortega DO, que comento aquí, fue publicado, originalmente, en la plataforma digital "Cuba Posible".]

K: Una vez le preguntaron a Luis Aguilar León* qué era para él Cuba, y respondió, “el femenino de cubo”.

[DO] Seré breve sobre un tema que nos ha llevado (y lleva) años de discusión a los cubanos y es, sin dudas, parte de nuestra cultura política. Declaro públicamente que yo he sido de esas cubanas que ha tenido “sospechas” sobre Cuba Posible, esa cosa rara que une gente que no conozco —que no voy a calificar porque sería siempre reduccionista— con gente a la que me une una manera de entender la política y de pensar Cuba. La sospecha se instala en estos casos a partir de la incapacidad histórica con que nos hemos socializado para “entender” y vivir con “la diferencia”. Hemos producido un vínculo directo entre diferente y enemigo, reduciendo el primero al segundo.

[K] Baltazar Gracián escribió en su “Oráculo manual y arte de prudencia” que “lo bueno, si breve, dos veces bueno; y aun lo malo, si poco, no tan malo” Así que la brevedad, por bueno o malo, se impone en estos comentarios que imagino más puntuales que otra cosa. ¿Qué quiere decir Diosnara cuando escribe: “La sospecha se instala en estos casos a partir de la incapacidad histórica con que nos hemos socializado para ‘entender’ y vivir con ‘la diferencia’? Puedo colegir que la autora asume que los cubanos (¿todos los cubanos?) somos históricamente incapaces de entender que hay otros que no son como yo, o los míos, y que tienen tanto derecho como yo, o los míos, a disfrutar de derechos y a cumplir con deberes. [ La gente que Diosnara no conoce, y que no califica, porque no quiere ser reduccionista, ¿no los califica públicamente, en su texto, pero sí en su mente y, quizás, en su corazón?) son, a ver, ¿oficialistas? ¿del gobierno? ¿revolucionarios? ¿castristas? ¿o todas esas cosas juntas sazonadas con porrazos y privilegios?] En la oración siguiente, la última oración de ese párrafo, está claro: somos incapaces: el (lo) que sea diferente es enemigo para los cubanos. Dice Octavio Paz: “En México la suspicacia y la desconfianza son enfermedades colectivas”, no es un vicio, entonces, tan cubano. Creo que ese rechazo a lo diferente (político, sexual, económico, racial) no es cubano, no es el producto de más de cincuenta años de unas políticas de intolerancia y hostilidad y exclusión hacia lo diferente, es una de esas actitudes individuales y colectivas, adquiridas y aprendidas, en la práctica de la historia. En el largo proceso de salir de las cavernas a la luz, hemos adquirido la consciencia de la diferencia -somos conscientes, como individuo y género, que la diferencia es parte de la cotidianeidad y que hay que convivir, así como somos, diferentes.]

[DO] En estas décadas —no solo las de la Revolución en el poder, sino en las de luchas políticas— el imaginario de una política transada en bandos, que lleva siempre a la exclusión, nos ha pasado la cuenta. Hacer política en contexto de guerra nos marcó, incluso cuando el escenario de la guerra forma parte del pasado —yo sé bien que es tan fuerte su inmanencia que muchos creerán que estoy equivocada o “confundida”.

[K] Este párrafo me llenó de dudas gramaticales y conceptuales, pero sospecho que da para más; por ejemplo, es muy interesante la idea que quiere expresar este fragmento de oración, más allá de ciertas fallas en la redacción: “En estas décadas —no solo las de la Revolución en el poder, sino en las de luchas políticas…” Estas no son únicamente “las décadas de la Revolución y de “las luchas políticas”, y esto da para un largo debate que debería comenzar por la lucha de clases que se desencadena apenas haber triunfado la insurrección popular de 1959 y haberse tomado las primeras medidas revolucionarias. También, claro, habría que considerar el impacto de la injerencia del gobierno norteamericano y de sus agencias de inteligencia en el proceso político cubano y el (largo y sostenido) efecto deformador en cualquier intento de disidencia y oposición al gobierno revolucionario y a las prácticas y las políticas revolucionarias. Digo, este es un tema muy interesante y necesario de ventilar. ¿Serán estas últimas décadas otra cosa que no sea la Revolución?

[DO] El punto es que los cubanos y cubanas, donde quiera que estemos, miramos, leemos, escuchamos, pensamos, nos proyectamos y hasta soñamos, siempre bajo sospecha. Llevamos ese chip que intenta escanear y ubicar al otro dentro de un cuadrante ideológico preestablecido: “este es de la CIA”, “este se derechizó”, “este trabaja pa`los americanos”; o “este es del Partido”, “este es castrista”, “este es comunista”. Y ahí nos tenemos que mover, entre esos polos tan ridículos y obsoletos, que nos llevan al colapso cuando, de tanto en tanto, descubrimos que uno de esos líderes de derecha (esos supuestos disidentes) terminan siendo agentes de la seguridad del Estado encubiertos o viceversa. Algo así me dijo una vez un cuadro de la Revolución: “un día vamos a descubrir que Yoani Sánchez era agente del Estado cubano”.

[K] Realmente, cuando los cubanos se (nos) ponen (mos) así, todo excepcionales y únicos, salgo corriendo y busco mi pasaporte americano o mi tarjeta de votante, lo que tenga a mano, y entonces, respiro profundo; pero eso no dura nada, enseguida escucho, o leo de, a Trump o a Cruz o Hillary y todos dicen, America first!, the American greatness!, y me doy cuenta que vivo en otro país excepcional —de una excepcionalidad a otra, y, por favor, no hagamos un análisis pseudo-geográfico sobre la “excepcionalidad” de Cuba por ser una isla, que los Estados Unidos son casi un continente y esa tesis de la “excepcionalidad americana” los enloquece. ¿Ser o no ser agentes? ¿Esta es la cuestión? Vamos a ver, Hemingway trabajó para la CIA durante la segunda guerra mundial, era su hombre en La Habana y vigilaba a españoles franquistas y a cubanos comunistas, y no pasa nada, su grandeza literaria y su obra siguen ahí, impertérritas. Uno trabaje en y para lo que cree. [Aquí quiero disculparme grande y profusamente con Hemingway, no por lo de la CIA, sino por posibles asociaciones con otros de mucho menor aliento.]

[DO] Me partí de la risa y, a la vez, no han dejado de preocuparme dos problemas de los cuales esa frase es un síntoma: 1) el poco control político que tenemos sobre nuestra política, sus modos de gestión y con ello los elevados niveles de desconfianza, que llevan siempre a la incertidumbre; y 2) seguir reduciendo la diversidad de pensamiento individual y colectivo a las coordenadas políticas de ciertos actores políticos, como si fueran esos, además, los únicos legítimos. El problema no es siquiera de derechas, centros o izquierdas: el problema es que la cosificación de la política ha llegado al punto de adscribir toda postura política a un proyecto político X o Z , donde X y Z son incompatibles entre sí, de lo contrario no existen, no son.

Pues sí, yo soy de esas cubanas de “la sospecha” y a cada rato me descubro reproduciendo el escáner político con que hemos sido socializados a guerra/sangre fría. En mis luchas internas también he recurrido a la labor de espía: buscar ese dato último que me diga “qué es eso de Cuba Posible”, que en realidad es querer saber “pa´ quiénes trabajan”. Después de concientizar y pensar por qué ese enfermizo mal que nos lleva a tratar de “descubrir” al otro que piensa o se proyecta diferente, tal vez con cierta radicalidad o no con la que nosotros esperamos, o con el sentido que queremos; que tiene un modo de hacer política distinta, llegué a varias conclusiones:

1. Todos, absolutamente todos: yo, usted, Iroel Sánchez, Fernando Martínez Heredia, Rosa Miriam Elizalde, Lenier González, Roberto Veiga, Ailynn Torres, Julio César Guanche, todos, trabajamos para “alguien” o al menos para “algo”. Sabemos que “ese trabajo” puede ser, y tiende a ser, capitalizado por “alguienes”, desde cualquier lado. El problema está cuando las ideas se condicionan al resguardo de los medios de subsistencia, cuando se sostiene un discurso en el cual no se cree, pero que se mantiene solo porque es el que trae el pan o la seguridad a la mesa. O cuando se dice “representar” falsamente otras maneras de pensar y decir. En ese camino están, tanto disidentes como dirigentes, cuadros, blogueros, periodistas oficiales; asalariados todos de la política, por cierto.

2. Cuba Posible, al menos algo ha demostrado: 1) capacidad de organizar un proyecto plural donde, desde su misma dirección, uno puede vislumbrar posturas políticas distintas; 2) ha constituido una plataforma de observatorio sobre la realidad cubana y, a la vez, una instancia de diálogo con inmensa repercusión.  No sé si tanto dentro de Cuba, pero sí fuera (que no es un logro menor), no ya para el proyecto en sí, sino para la buena salud de la política en Cuba y los debates sobre sus caminos posibles.

[K] Ser “una instancia de dialogo con inmensa repercusión” fuera de Cuba (eso dice Diosnara, no yo), no es un logro menor, pero, en política, es fatal y contraproducente o, cuando menos, ineficiente. ¿Por qué vender la idea de una Cuba posible a no cubanos es positiva? ¿Para qué? Pregunto yo. Pero mejor no pregunto mucho, porque comienzo a sospechar.

3. Los accesos y articulaciones de Cuba Posible, tal vez con ritmos más acelerados de lo que estamos acostumbrados a vivir en cuanto a cambios y gestión de grupos dentro de Cuba, no debe ser motivo de sospechas y menos de envidias mezquinas. El éxito de los proyectos políticos, intelectuales, etc. —y lo sabemos los cubanos que hemos intentado generar sinergias dentro de Cuba- no depende, en esencia, de si se cuenta con dinero o no. Los cubanos sabemos hacer política, y un montón de otras cosas, sin un peso. El problema, tal vez mayor, es la poca cultura política en cuanto a lidiar y, más aún, avanzar con la diferencia, la que puede variar en una línea amplísima de matices. Hacer política sumando, no restando. Comprender que la fortaleza está en constituirse desde la diversidad, y que aprender a respetar y lograr horizontes comunes con esa diversidad no nos hace más que fuertes, individual y colectivamente. Más aún, que es imposible democracia sin diferencia y disidencia. No soy una pluralista, al estilo semi-ingenuo; sé, como sabía Paulo Freire, que con el diferente se puede y se debe dialogar, y que con el antagónico no. Sin embargo, entre el diferente y el antagónico hay un recorrido tan largo, un camino que nosotros hemos macheteado y amasado en una sola cosa: el enemigo.

[K] Me adscribo totalitariamente a esta categorización: “Los cubanos sabemos hacer política, y un montón de otras cosas, sin un peso”. Y a esta otra: “Hacer política sumando, no restando”. Aquí dudo un poco: “Más aún, que es imposible democracia sin diferencia y disidencia”. ¿Dónde están las diferencias y las disidencias (reales) en las sociedades democráticas (irreales)? No las veo. Cuando un Estado es fuerte y no está asediado puede conceder algunos espacios a lo(s) diferente(s), disidentes y disidencias. ¿Por qué se aprobó el Acta Patriótica en septiembre de 2001 apenas días después de los ataques terroristas en Nueva York? Acta Patriótica que permite conculcar los derechos civiles y políticos de la ciudadanía de la democracia más vieja del mundo en caso de que se le quiere aplicar la receta del “regime change” a sus más entusiastas prescriptores. La American Civil Liberties Union (ACLU) ha demandado revisar la constitucionalidad de esa ley aprobada por ambas cámaras del congreso y ratificadas por el presidente en funciones en apenas días. Llevamos casi quince años esperando que la Corte Suprema tome una decisión. El demócrata presidente Obama reforzó esa ley en 2011. Y nadie dijo nada. Ni un comentario. ¡Ah! Cuando Cuba aprobó la Ley 88 que esencialmente se refiere a los tópicos de protección y seguridad del país al igual que el Acta Patriótica, entonces sí que hay que hablar de democracia, y de diferencia, y de disidencia, y de detenciones arbitrarias, y de golpizas injustificadas (¿cuántos muertos?).  Una cosa es la democracia para hacer política y la otra hacer política para verificar la democracia.

[DO] 4. No me preocupa en qué plazas habla Cuba Posible: si en el Departamento de Estado o en la Asamblea Nacional del Poder Popular. Por cierto, semanas atrás una delegación de rectores de universidades cubanas tuvieron una reunión con instancias gubernamentales de Estados Unidos en México, a propósito de la educación superior. ¿Será que esos rectores están trabajando para la CIA? Lo que sí me preocupa, y mucho, es que Cuba Posible pueda hablar “allá” y no en la Asamblea Nacional. Lo que me preocupa siempre es que sea solo la voz de Cuba Posible o la de Iroel Sánchez las que se escuchen y las que puedan hablar. Si tuviera que elegir prefiero la de Cuba Posible, porque da espacio a otras voces, muchas y varias.

Esto creo y, con ello, intento desprenderme de ese lastre reduccionista que forma parte de nuestra cultura política y que bloquea toda posibilidad de ejercicio real de la democracia. Mientras, sigo de cerca a Cuba Posible, no ya como espía ni jueza, sino abierta a la plataforma que nos ofrece. Hay cosas que comparto –las más-, y hay otras que no, como en todo. Eso no los hace un enemigo, los hace un proyecto a respetar y con el cual dialogar, con altura.

[K] Si escribir esto ha sido una suerte de exorcismo para la escritora, bienvenido sea –estoy a favor de todos los ritos que nos hagan más dignos y limpios y cercanos al Buen Dios. Si ha salido regenerada de esta escritura, mejor –que hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Yo he fallado: prometí ser breve, no lo he sido, por lo que lo escrito carece de bondad. Espero que Diosnara no me aplique la segunda parte del adagio de Gracián.

*Luis Enrique Aguilar Leon, J.D., Ph.D. (1926 in Manzanillo, Cuba - 5 January 2008 in Key Biscayne, Florida, USA) was a Cuban journalist, professor and historian. He was a professor to Bill Clinton and a classmate of Fidel Castro. [Tomado de Wikipedia.org]

Friday, May 06, 2016

Campaña presidencial 2016



Parece escrito en la pared de las próximas elecciones generales de 2016: tendremos a Trump versus Hilary –a no ser que se produzca el milagro de la decencia política y la convención republicana postule y nomine a un político normal y las huestes demócratas se deciden por un político de verdad. Hasta tanto eso no ocurra, tendremos el numerito circense de la bella y la bestia –cualquiera sea el resultado, la Casa Blanca tiene cuatro años negros por delante. Lo mejor fuera que la bestia llevara a la bella, o la bella a la bestia, como compañera o compañero de fórmula, la fórmula de la férula.
Es serio. Tanto el desenlace como lo que muestra esta campaña presidencial es serio, muy serio. El partido republicano es solo una estructura que recauda y gasta dinero, no tiene contenido, no hay discusión política alguna. El repliegue extremista del Tea Party después de las elecciones del 2008, con su retórica excluyente y ahistórica, no ha conseguido otra cosa que minar las bases del partido. La cámara de representante, contralada por los republicanos desde el 2010, no ha hecho otra cosa que tratar, por todos los medios a su disposición, alcance y control, de hacer que las políticas y las iniciativas del presidente Obama fracasen o, al menos, se retrasen. El partido republicano, hoy por hoy, es una mala idea. Ojalá, después de esta experiencia, el partido se desprenda de sus compromisos con discursos que ya no se adecuan a las realidades demográficas y a las exigencias geopolíticas ni de los Estados Unidos y del mundo contemporáneo. Los republicanos deben reagruparse en torno a la figura de Lincoln y, desde ahí, proyectar la patria que amaba Martí. En tanto, los demócratas no se quedan detrás en esta desesperada carrera hacia la inopia política. Hillary encarna ese político que se hace del pueblo para salirse con la suya. Mujer de grandes intereses y escasas entendederas. Los demócratas deben dejar de simular alianzas con los sectores desprotegidos y vulnerables de la sociedad norteamericana; no deben regresar a sus orígenes, ahí está la siniestra figura de Andrew Jackson, sino a más amables figuras de la contemporaneidad como Martin Luther King y César Chávez y, desde ellos, establecer compromisos reales con los desplazados de este país. En serio.