Friday, October 31, 2008

 
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Thursday, October 30, 2008



 

La contienda electoral de este 2008 está a punto de terminar y eso que se ve como una clara ventaja estadística del candidato demócrata, yo lo veo como un mal augurio para él –me resisto a creer que una sociedad tan afincada en (contra)valores raciales, tan pacata a la hora de vender la imagen de un país sin mácula en su sangre, permita que resulte democráticamente electo un presidente que es negro, que ha dicho que la riqueza del país ha de ser distribuida de un modo más racional (que no justo) y que no tiene una larga experiencia política, léase que no es cómplice del latrocinio político y la mascarada a la que nos tienen acostumbrados, lamentablemente, la mayoría de los políticos profesionales de este país.

La "huestes" republicanas se han jugado hasta "la última peseta" en esta contienda: han acusado al candidato demócrata de ser socialista, algunos insisten en que quiere implementar un "socialismo de estado". Nunca había escuchado nada semejante –como si el socialismo no fuera siempre una cuestión de estado, el estado participando de la gestión económica y política de la sociedad. Quizás el demócrata quiera ser una suerte de Getulio Vargas, Juan Domingo Perón y Lázaro Cárdenas e implementar una suerte de "capitalismo de estado" o un Olof Palme, Konrad Adenauer y crear un "estado de bienestar" que posibilite una vida mucho más llevadera para millones de norteamericanos, cansados de esa retórica economicista y demagógica que antepone los intereses del mercado y la acumulación indiscriminada, e ilegítima, de riquezas a la satisfaccion de las necesidades basicas de la mayoria de los ciudadanos. La actual crisis del sistema financiero y su real impacto en la economía diaria de millones de norteamericanos son la evidencia de que el modelo neoliberal, de conservadurismo fiscal o como quiera llamársele es inviable social y económicamente –debemos como sociedad repensar un modelo que socialice los servicios básicos e indispensables para garantizar vivir con decoro. Sólo en una plaza como la de Miami, puede darse el espectáculo de ayer. La comunidad de origen cubano del sur de la Florida ofreciendo el mismo espectáculo de siempre, la plaza del sinsentido.

El socialismo es algo muy serio y que convoca mucha responsabilidad como para que salga como tema en unas elecciones norteamericanas. This is "too much ado about nothig". Desafortunadamente, los Estados Unidos juegan un papel muy importante en el mundo contemporáneo, aunque los norteamericanos municipales y espesos ni cuenta se den de esto. Las elecciones norteamericanas, para bien o para mal, tienen un efecto inmediato y efectivo en el resto del mundo y ese hecho nos debe llevar a tomarnos este momento con toda la seriedad posible, no jugando a palabras que no fueron dichas, a urdir trampitas de poca monta, a confundir y a asustar, porque por increíble que parezca ser socialista en la cultura política norteamericana es peor que ser terrorista.

Friday, October 17, 2008

Comentarios sobre las elecciones presidenciales de 2008

Un poco más de dos semanas nos separan de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Las campañas políticas de ambos candidatos presentan esta elección como histórica, decisiva, crucial. Puede que así sea. Es la primera vez que uno de los dos candidatos es negro y en una sociedad tan dada a las particularidades –y tan racista- eso constituye un acontecimiento. Mas son las circunstancias actuales lo que hace que estas elecciones sean históricas, las circunstancias económicas y políticas, las consecuencias mundiales de la política norteamericana. Lo que está sobre el tapete es qué tipo de filosofía política va a informar la actuación del futuro gobierno norteamericano de cara a la nación y de cara al resto del mundo. ¿Será una filosofía en la que la irresponsabilidad fiscal, la vulgaridad política y la estimulación de los instintos más básicos, y por ende, incivilizados de los seres humanos sean catapultados al nivel de valores fundamentales? La filosofía de un gobierno sin responsabilidad social ha fracasado. La filosofía de un gobierno que antepone los intereses privados al bien común ha fracasado. Un gobierno que se desentiende de promover el bienestar general, tal cual reza en el preámbulo de la constitución de los Estados Unidos es un gobierno que pierde legitimidad, y sin ésta ese gobierno se sitúa al margen de la ley. El candidato republicano representa esa filosofía. Un error tras otro, un error político tras otro, ha llevado a la candidatura republicana a un callejón sin salida, así como la incapacidad de desmarcarse realmente de la herencia ideológica de los neoconservadores a no ser que echen mano del chiste, tal y como McCain hizo en un evento patrocinado por la Archidiócesis de New York el pasado 17 de octubre a favor de los niños necesitados. Obama, el demócrata, también bromeó, incluso una de sus bromas tuvo dimensiones teológicas. Obama no es el mesías que viene a redimir al pueblo norteamericano de sus angustias y estrecheces. El programa de los demócratas sólo apunta a reformar el sistema económico en sus más vulnerables, y visibles, deformaciones: una acción más decisiva del gobierno en temas críticos como la economía y la asistencia médica. La filosofía de un gobierno más responsable en materia fiscal, que implemente políticas sociales subvencionas por regulaciones impositivas sobre los grandes capitales, que regule y garantice efectivamente el acceso a los servicios de salud de los norteamericanos es la filosofía que la partida demócrata tiene como bandera. Parece que el programa propuesto por Barak Obama lleva la ventaja. Las encuestas, tan caras a los expertos políticos, así lo indican. Es cierto que a medida que se acercan las elecciones las encuestan van acercando a los dos candidatos. ¿Será que la negritud de Obama está poniendo pálidos a los votantes blancos? ¿Será que eso que los politólogos llaman el «efecto Bradley» comienza a rondar el imaginario blanco de la nación norteamericana? No sé. Sólo que un desenlace favorable a la candidatura de McCain será el inequívoco aviso de que la democracia norteamericana, en otros tiempos vital y fundadora, ha tocado fondo y empieza el tiempo de repensar seriamente los fundamentos históricos y jurídicos del país, de refundar la república, de hacerle espacio público a las formulaciones críticas de un estado que desde hace poco más de un siglo se comporta como un imperio.