Plecas a Andres. Otras a Padura
Plecas a Andrés
Faltaría a la verdad si digo que leo los artículos de Andrés Reynaldo con desinterés y desidia, o que no espero esa novela que imagino pertinaz e impertinente a partes iguales. La buena escritura siempre provoca múltiples lecturas.
En su último artículo en el periódico local en español, “Una cultura, dos éticas”, Andrés R., entre otras cosas, pasa de contrabando la idea que los intelectuales del exilio son éticos y honestos y los de la isla, no, aunque se cuida de expresarlo claramente y escriba que “no creo que el exilio te haga éticamente superior”.
Andrés R. no se puede reprimir —para él la superioridad moral del exilio sobre Cuba es incuestionable, porque en Cuba es la mentira, la irrealidad; lo verdadero, la realidad, está en Miami, porque Miami es el reservorio moral y espiritual de la patria.
El texto de Andrés R., propone considerar a Fidel Castro y su hermano Raúl como hecedores del mal infinito, demiurgos envenenados. Fidel Castro ha dividido la cultura nacional, proclama Andrés Reynaldo. Por más de cincuenta años [este “largo … medio siglo negro (no lo reduzcamos a un pasajero quinquenio gris)], los cubanos, de la isla, claro, han vivido en la inopia y la indignidad; y los intelectuales son meras marionetas de Fidel Castro, apologéticos escribidores: “A veces con pudor. A veces descaradamente.” Dice para salvar algunos.
Curioso cómo los enemigos, los opositores del gobierno cubano, tratan a Fidel Castro: de diabólica realeza. Pero realeza al fin y al cabo. El “hombre’ tiene unos poderes casi sobrenaturales, lo controla todo, nada se le escapa. La leyenda se ha fabricado en Miami, quizás para disimular los fiascos y la incapacidad de forzar —manu militari incluido— un “cambio de régimen”; ni siquiera han podido hacer que el Gobierno cubano tenga hacia políticas más inclusivas y práctica más civiles con su ciudadanía emigrada —los cambios han sido decididos e implementados por las autoridades políticas de Cuba. Hay una lógica torcida en este pensamiento que anula a Cuba y ningunea a los cubanos (hasta que den el salto a la “realidad, la verdad y la ética”, es decir, al exilio) y atribuye poderes supra humanos a quien aborrecen hasta el cansancio.
En su cita de Primo Levi, Andrés Reynaldo se luce como el intelectual sagaz e intuitivo que puede ser. Hay una válida reflexión sobre la moral y cómo se verifica. Vale preguntarse por la “moral común” tal cual la entiende y la contextúa Andrés R. Pareciera que la “moral común” es el comportamiento ético, la capacidad de distinguir el bien del mal y que un apartamiento de esta conducta, por imposiciones de políticas gubernamentales, implica la caída en comportamientos inmorales, deshonestos y el alejamiento de la realidad. Según la lógica del texto de Andrés R. la “moral común” está excluida de territorio cubano, no se practica en Cuba.
Estas lecturas simplistas —los buenos de un lado, los malos del otro—son responsables de la paralización en la búsqueda de una solución política civilizada al llamado conflicto cubano. Los que apuestan siempre a que los Estados Unidos persistan en su hostilidad y hostigamiento de Cuba aduciendo que esta padece una hipotética anemia democrática le hacen un flaco favor su pretendida superioridad moral.
La brújula que guía el comportamiento de un sector poderoso de la comunidad cubana exiliada ha sido el derrocamiento del Gobierno cubano por cualquier vía, usando cualquier recurso, porque las libertades, los derechos y todas esas todas las demás “bondades” de la democracia, sólo se conciben dentro del capitalismo, dentro de un sistema de relaciones sociales y de producción que reproduzcan exactamente el modelo norteamericano sin importar que generen las mismas o más groseras injusticias.
El exilio es, a fin de cuentas, el lugar común de la moral, predica Andrés Reynaldo. No te hace superior, dice, pero te obliga a vivir en la verdad. Los cubanos, los que viven en la isla, son incapaces de vivir de acuerdo a la “moral común” por decisión propia o por ajenas circunstancias.
Primo Levi, autor obligado en estos temas de moral y de vivir en situaciones extremas le sirve de fundamento intelectual, pero también le recomiendo a Andrés R. que debe atender a Spinoza cuando escribió aquello de que ni reír, ni llorar, nunca ofender, (sino) en todo comprender.
Plecas a Padura
El escritor Padura declaró a la prensa local:
"El problema [de los escritores cubanos] es que muchos de mis colegas de generación todavía hoy tienen otros trabajos en los cuales se desgastan. Dedican horas de su posibilidad de creación a realizar estos trabajos”, apuntó el más reciente Premio Princesa de Asturias de las Letras.”
¿Cuántos escritores viven de los derechos de autor? Un buen número de artistas y escritores tienen otros trabajos que son su fuente principal de ingresos. Normalmente son trabajos relacionados con la educación o los medios de comunicación social. En Cuba, en Europa, en los Estados Unidos, en Latinoamérica. Pero hay que decir algo “crítico”, algo que “no sea reflejado en la prensa oficialista”. Y Padura se ha hecho un experto en eso: es el crítico oficial.
¿Qué respondería Padura a esta afirmación de Andrés Reynaldo: “La literatura escrita en la isla es un cuerpo de libros que mienten y libros que omiten. A veces con pudor. A veces descaradamente.” A lo mejor en nombre de la reconciliación —que A. Reynaldo aborrece— admite que los suyos son libros que omiten con pudor.