Lecturas de cuaresma
Miércoles de ceniza
Algunos se avienen al criterio —por momentos, parece más una opinión— de que Miércoles de ceniza es un poema menor. He querido celebrar este comienzo de cuaresma con la lectura de este texto que me resisto a considerar menor —una lectura meditada, como corresponde. Entiendo las reservas —es muy difícil desde otro lugar cristiano que no sea el catolicismo —quizás desde la Ortodoxia euro-oriental o cierta forma pasada de anglicanismo— aceptar esa poética que acude a los salmos y a la liturgia, a las advocaciones marianas y a las oraciones tradicionales de la iglesia, a cierta desesperación que (nos) visita con indeseada frecuencia. De cualquier manera, la lectura de Miércoles de ceniza es un digno inicio a este tiempo de conversión y penitencia, de limosna y oración, de contrición y perdón. La excelencia poética queda velada por la pertinencia de los versos para este tiempo en el que Jesús nos propone no ser como los fariseos y los hipócritas que presumen de justos, dadivosos y ascetas, sino obrar en verdad la justicia, la caridad y la oración (MT 6, 1-6, 6-18).
Miércoles de ceniza
I
Porque ya no espero volver jamás
Porque ya no espero
Porque ya no espero volver
Deseando los dones de este hombre y los alcances de aquel otro
Ya no me esfuerzo más ni lucho por tales cosas
(¿Por qué tendría el águila vieja que expander sus alas?)
¿Por qué lamentar
El desvanecido poder de los reinos habituales?
Porque ya no espero comprender jamás
La gloria inestable del momento propicio
Porque ya no pienso
Porque sé que no sabré
El único poder transitorio y verdadero
Porque no puedo beber ahí, donde los árboles florecen,
Y los manantiales brotan, porque ya no queda nada otra vez
Porque comprendo que el tiempo es siempre el tiempo
Y el lugar es siempre y solo un lugar
y lo que es útil
Es útil solo para un tiempo
Y para un solo lugar
Me alegra que las cosas sean como son y
Renuncio a la cara bendita
Y renuncio a la voz
Porque ya no puedo esperar volver jamás
Entonces me alegro
Al tener que erigir algo sobre lo cual regocijarme
Y rogar a Dios que tenga misericordia de nosotros
Y ruego para poder olvidar
Estos problemas que conmigo mismo
Tanto discuto
Y tanto me expongo
Porque ya no espero volver jamás
Deja responder a estas palabras
Por lo que se ha realizado y no volverá otra vez a realizarse
De modo que los mandamientos no pesen tanto sobre nosotros
Porque estas alas ya no son alas para volar
Sino apenas escudos para golpear el aire
El aire cada vez más leve y seco
Mucho más leve y más seco que el deseo
Enséñanos la preocupación y la inconciencia
Líbranos de la ansiedad
Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte
Ruega por no otros ahora y en la hora de nuestra muerte
II
Señora, tres leopardos blancos sentados bajo un junípero
En la calma del día, se alimentaron hasta la saciedad
Con mis piernas mi corazón mi hígado y aún lo contenido
En la oquedad redonda de mi cráneo. Y Dios dijo:
¿Vivirán estos huesos? ¿Vivirán
Estos huesos? Y lo que estaba contenido
En los huesos (secos ya) habló con alegría:
Por la bondad de esta Señora
Y por su gran amor y porque
No desmerece a la Virgen en meditación,
Brillamos altamente. Y yo, que estoy aquí, oculto
Entrego mis actos al olvido y mi amor
A la posteridad del desierto y a la fruta de la calabaza.
Y es por esto que rescato
Mis intestinos el collar de mis ojos y las porciones indigeribles
Que los leopardos rechazan. La Señora se retira envuelta
En un jubón blanco, hacia la contemplación, en un jubón bla nco.
Dejad que la blancura de los huesos nos prepare para el perdón.
No hay vida en ellos. Como he sido y sería
Perdonado, así yo perdonara concentrado
Devotamente. Y Dios dijo
Profetizad al viento, sólo al viento, porque sólo
El viento escuchara. Y los huesos cantaron con alegría
La canción del grillo, diciendo:
Señora de los silencios
Tranquila y angustiada
Revuelta y recobrada
Rosa de la memoria
Rosa del perdón
Exhausta y dadora de vida
Remanso del preocupado
La Rosa sencilla
Es ahora el Jardín
Donde todo amor termina
Termina el tormento
Del amor insatisfecho
El tormento mayor
Del amor satisfecho
Fin de lo interminable
Viaje sin final
Conclusión de todo aquello
Que no concluye
Discurso sin palabra y
Palabra de ningún discurso
Descienda la gracia sobre la Madre
Por el Jardín
Donde todo amor termina.
Bajo el junípero los huesos cantaron, dispersos y brillantes:
Celebramos nuestra dispersión, hemos sido buenos el uno con el otro,
Bajo un árbol en la calma del día, con la bendición de la arena, .
Perdonando a los otros y a nosotros mismos, unidos
En la quietud del desierto. Esta es la tierra que tú
parcelarás. Mas división y unidad tampoco
Importan. Esta es la tierra. Hemos heredado.
III
En el primer descanso de la segunda escala
Me volví y miré debajo
A la misma forma retorcida girando en el pasamanos
Bajo el vapor en el aire fétido
Luchando con el demonio de los peldaños que finge
El rostro engañoso de la esperanza y el desconsuelo.
En el segundo descanso de la segunda escala
Los dejé girando, revueltos en el fondo;
No había ya más rostros y la escalera estaba oscura,
Húmeda, dentada, como la boca babeante de un viejo, ya imposible de reparar,
O como las fauces dentadas de un tiburón anciano.
En el primer descanso de la tercera escala
Había una ventana entreabierta como el higo
Y más allá de un espino y alguna escena pastoril
La ancha figura, de espaldas, lucía el azul y .el verde
Encantando la época de mayo con una antigua flauta.
El cabello al viento es dulce, el cabello castaño sobre la boca, suelto,
El cabello castaño y las lilas;
Distracción, música de flauta, altos y pasos de la mente sobre la tercera escala,
Extinguiéndose, apagándose; la fuerza mas alla de la esperanza y el desconsuelo
Subiendo por la tercera escala.
Señor, yo no soy digno de que vengas a mí
Señor, yo no soy digno
pero una palabra tuya/
IV
El que pasó caminando entre violetas
El que pasó caminando entre
Los diversos tonos de los distintos verdes
Avanzando en el blanco y el azul el color de María,
Diciendo cosas triviales
En la ignorancia y el conocimiento del dolor eterno
El que iba con los otros mientras los otros caminaban
El que, entonces, fortaleció las fuentes y dio frescura a los manantiales,
Calmó a la roca seca y dio firmeza a la arena
En el azul de la raleza, el azul que es el color de María,
Sovegna vos
Aquí están los años intermedios, dirigiendo
Los violines y las flautas, restaurando
Lo que se mueve en el tiempo entre el sueño y la vigilia, estableciendo
Blanca luz replegada, envuelta sobre sí misma, replegada.
Los años nuevos avanzan, restaurando
—A través de la nube brillante de lágrimas—los años, renovando
Con un verso joven la vieja ·rima. Redime
El tiempo. Redime · .
La visión ilegible en' el sueño final
Mientras enjoyados unicornios tiran del dorado coche fúnebre.
La hermana silenciosa envuelta en azul y blanco
Entre los árboles, atrás del jardín divino
Cuya flauta quedo desalentada, inclino la cabeza,
asignando —mas ésto sin decir una palabra
Entonces la fuente brotó y el pájaro canto en lo bajo
Redime el t1empo, redime el sueño
La marca de la palabra no oída, no pronunciada
Hasta que el viento sacuda un millar de susurros de los arboles
Y después de esto nuestro exilio
V
Si la palabra perdida se ha perdido, si la palabra gastada se ha gastado,
Si la no oída, no dicha
Palabra no ha sido dicha, oída;
Tranquila es la palabra inexpresada, la Palabra no oída,
La Palabra sin palabra, la Palabra dentro
Del mundo y para el mundo; :
La luz se hizo en las tinieblas y
Contra la Palabra el mundo inquieto aún se revolvió
Buscando el centro de la Palabra callada.
Oh mi pueblo, que pude haber hecho en tu contra.
¿Dónde se encontrará la palabra, dónde resonará
La palabra? No aquí, no hay suficiente silencio;
Tampoco en el mar ni en las islas, no
En la tierra firme, no en el desierto ni en la tierra húmeda;
Para los que caminan en tinieblas
Ya sea durante el día o durante la noche
El tiempo preciso y el lugar exacto no están aquí
No hay lugar agraciado para los que ocultan la cara
No hay tiempo de regocijo para los que caminan entre el ruido y desoyen la voz
¿Rezara la hermana velada por
Los que caminan en tinieblas, los que van contigo y se oponen a Ti,
Los que se revuelven desgarrados entre una estación y otra estación, un tiempo
y otro tiempo, entre
Hora y hora, palabra y palabra, poder y poder por todos los que esperan ·
En la oscuridad? Rezara la hermana velada
Por los niños en el umbral,
Quienes no saldrán nunca, los que no pueden rezar:
Rezar por los que asienten y se oponen.
Oh mi pueblo, que pude haber hecho en tu contra.
Rezara la hermana velada entre los arboles esbeltos
Incluso por aquellos que la ofenden
Y que están aterrados y no podrán rendirse
Y afirman ante el mundo lo que rechazan entre las rocas
En el último desierto entre las últimas rocas azules
El desierto en el jardín el jardín en el desierto
De la sequedad, escupiendo de la boca la seca semilla de la manzana.
Oh mi pueblo.
VI
Aunque ya no espero volver jamás
Aunque ya no espero
Aunque ya no espero volver.
Oscilando entre la perdida y la ganancia
En este corto tránsito por donde cruzan los sueños
El sueño crepuscular entre el nacimiento y la muerte
(Padre, bendígame) aunque ya no quiero desear estas cosas
Desde la ventana abierta hacia la costa de granito
El blanco de las velas navega tranquilo hacia alta mar, vuelo ultramarino
Alas firmes.
Y el corazón débil se endurece y regocija
En las lilas y las voces del mar perdidas
Y el espíritu débil comienza a rebelarse
Porque la doblada vara de oro y el perdido olor del mar
Empiezan a recobrar
El grito de la gaviota y el giro de pájaros grises
Y el ojo ciego establece
Las formas vacías entre la puerta de marfil
Y el olor renueva el gusto de la sal en la tierra arenosa.
Este es el tiempo de la tensión entre muerte y nacimiento
El lugar de la soledad donde tres sueños transcurren
Entre las rocas azules
Pero cuando las voces expulsadas del árbol se dispersen
Deja que llegue al otro la sacudida y tu replica
Hermana bendita, madre santa, espíritu de la fuente, espíritu del jardín
Apártanos por piedad de la burla acida
De aceptar la falsedad en nosotros mismos
Enséñanos la preocupación y la inconciencia
Líbranos de la ansiedad
Incluso entre estas rocas,
Hermana, madre
Y espíritu del río, espíritu del mar,
Impide para siempre que me aparte.
Y deja que mi llanto vaya a Ti.
Salmo 50 (51)
La iglesia propone a los cristianos la lectura de este salmo, la meditación de este salmo que se atribuye a David, arrepentido de sus pecados. Este salmo atraviesa la cuaresma desde el inicio, el miércoles de ceniza, hasta el viernes último de la semana santa. Pues de eso se trata, de mirar la vida propia a la luz de la gracia para no desesperar ante el pecado que siempre tengo presente, sino para me sea devuelta la alegría de la salvación. El mal obrar del rey David no es una culpa solamente personal, sino que afecta a todo el pueblo de Israel por el cual él tiene responsabilidad personal ante Dios. Todo pecado no es solo un acto que nos disminuye personalmente, sino que afecta a toda la comunidad en la que vivimos. Es en relación con la sociedad que el pecado se realiza —el otro tiene que estar envuelto para que una acción, una omisión o una palabra sea portadora de la des-gracia. Por eso la fe cristiana no puede ser nunca un "asunto privado" como propone el liberalismo, ni tampoco la práctica de la fe cristiana puede ser activismo político como propuso cierta teología. Los cristianos prefieren el antagonismo ("porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?" Lucas 23, 31) a los papeles secundarios.
Salmo 50 (51)
Misericordia, Dios mío,
por tu bondad:
por tu inmensa compasión
borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores se volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!, y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado, Tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
(Tomado de: Biblia Latinoaméricana)
(Tomado de: Biblia Latinoaméricana)
Lecturas del primer domingo de cuaresma
Primera lectura: del libro del Génesis: 2, 7-9; 3, 1-7
Sabia la iglesia, nos propone, en este tiempo de radical conversión, comenzar, como debe ser por el principio: Dios creó al hombre de arcilla y aliento, y lo depositó en el jardín, y de todos los árboles le aprobó comer, menos de uno, el que está en el medio, el de la vida y el conocimiento del bien y del mal, y la serpiente que seduce, y ellos que comen de lo prohibido y mueren y se dan cuenta que han muerto, porque están desnudo, porque esa es la muerte, conciencia plena de la desnudez.
Salmo 50 (Ver arriba)
Segunda lectura: San Pablo a los Romanos 5, 12-19
Por segunda vez, sabia la iglesia que hace leer a los cristianos de la más teológica de las cartas paulinas, a los Romanos (5, 12-19): por un hombre entró el pecado y la muerte y por otro, la gracia de la salvación; la desobediencia convirtió a todos en pecadores y la obediencia de otro, nos justifica. Pablo se dirige al ansia de redención a la que todo hombre aspira y confirma a los creyentes en la esperanza de la misma.
En la pedagogía de la iglesia las lecturas de la misa tienen un papel educativo mayor —educar y sensibilizar al creyente, dinamizar su vida espiritual y servirle de apoyatura a su andadura diaria. Organizadas — como en este domingo primero de cuaresma— desde la creación hasta la salvación, pasando por la reconciliación.