Tuesday, February 18, 2014

Comentario 4/14


I just want to correct myself on my commentary on Auster-Coetzee epistolarium on friendship and my feelings of disapproval. That comment is misleading; I highly appreciate both authors. Their correspondence seems to have a documentary value even though the publishing timing is not right. Usually private correspondence and papers are published when authors are deceased. This book of correspondence is an exception –both authors are alive and they comment on events that happened recently or are developing, or will happen in the nearby future-, because give us a glimpse on part of the daily routine of two of the finest writers’ nowadays and into their wise thoughts. Anyways, there is something unusual about this private epistolary –authors wrote as if they knew the letters will be published; there was an intentionality of publishing what had a private addressee. On the other side, these letters can work as a motivation to begin to write letters to our friends and family, even though the media has changed from regular mail to electronic mail, from the use of full language to simplified language most of the unintelligible to the non-initiated. I think that the time of written correspondence is gone forever…

 

Later on, I was at my studio and saw a Carver’s book of unpublished prose. I took it from the shelf and opened to check the table of content, and there was a piece on friendship. Carver’s reflection on friendship is more down to earth than Auster’s and Coetzee’s –there is less mannerism and sophistication. That was Carver’s style, simple and plain, no metaphysics; not even death conferring certain etat de grace, nothing. Carver goes directly and says something like after death everything is done, finito, terminado, se acabó. People in Carver’s fiction are depicted in its ordinary attire, without 'pomp and circumstance', a simple life even in its gestures and words. Carver’s characters express the secularity of the American religion: a god without divinity, transcendence within…

 

More on friendship -this time on the hand of the reading of Mandelstam’ Moscow Notebooks. There is this anecdote that goes like this: in a reading, Mandelstam was asked about his opinion on contemporary Russian poetry. He was just coming back from one of the force exiles he suffered. He knew his life was worthless, and to the question, he responded, “What answer do you want from me? I am the friend of my friends! I am contemporary of Akhmatova!” -such an answer, in the middle of one of the most horrendous times ever, a fragile poet vindicates the value of true friendship in front of an omnipotent and hideous state.

Tuesday, February 11, 2014

Comentario #3/14


La libertad, Madame Roland, y los crímenes que se han cometido en su nombre son innumerables –su cabeza es un testimonio de ello. Pero el crimen perfecto, Braudillard dixit, es el asesinato de la realidad, matarla a sangre fría, despojarla de todo viso de verdad y sustituirla con la mentira. Libertad y verdad, realidad y ficción… Así como libertad no es sólo una función política -la modernidad le confirió propiedad en ese campo del saber y del hacer humano-, la mentira no es sólo una cuestión ética, es también un mecanismo de legitimación individual y grupal.

Así, los estamentos de poder de las sociedades modernas especulan con la libertad como el estado ideal de convivencia humana pero la abstraen de todo contenido histórico, banalizándola.

¿Cómo definir un estado totalitario? ¿La Europa feudal era un mosaico de estados totalitarios con el cristianismo romano como ideología de cohesión? ¿O, tal vez, el Japón feudal? ¿La Rusia zarista? ¿El imperio otomano? ¿Los estados cambiantes de Europa central? ¿Los territorios coloniales de América? ¿Las colonias africanas? ¿Las repúblicas emergentes de las Américas? ¿Los poderes coloniales? ¿Qué le confiere esencia totalitaria a un estado? ¿Otro? ¿Organismos políticos regionales? ¿Internacionales, quizás? ¿Es el totalitarismo más una práctica de represión política que de control económico? Pero, ¿qué hay con ese totalitarismo empotrado en las sociedades democráticas por virtud del poder económico o político, o de factores religiosos o ideológicos? ¿o del totalitarismo ejercido a punta de bayonetas reales o imaginarias? ¿o del totalitarismo estatal? ¿o del totalitarismo corporativo? ¿o del totalitarismo de género?

La libertad es condición del individuo en cuanto tal, es inherente a su condición humana. La libertad tiene también su deriva social y política, y la modernidad se ha encargada de convertirla en paradigma, en aspiración. El estado moderno condesciende con la libertad ciudadana mientras que no amenace su legitimidad. El colapso de los estados comunistas de Europa Oriental puso en crisis los paradigmas alternativos al ordenamiento social capitalista basado en el mercado como regulador de la vida social y política. ¿Son los estados capitalistas contemporáneos, en realidad, tan espontáneos, democráticos, como los paradigmas liberales los presentan? ¿No hay un control total de los mercados y de las ideas por parte del capital? Los espacios alternativos para ejercer la crítica del sistema capitalista se reducen a ciertos espacios académicos sin ninguna participación ciudadana consistente y efectiva.

Así, el debate sobre la libertad de Cuba y el carácter totalitario del gobierno cubano parecen ser cansados ejes de una carreta que no avanza. Los postmodernos que rechazan, y consideran superado el debate entre la izquierda y la derecha, deben hacer a un lado esos tópicos, declararlos superados por la dinámica de las sociedades postindustriales y centrar el debate  en la institucionalización de un estado moderno que incorpore las temáticas y las asignaturas más urgentes de la sociedad contemporánea: la viabilidad económica dentro de un modelo de desarrollo sostenible y la participación ciudadana dentro de un proyecto de representatividad social incluyente. Pero el debate sobre Cuba, su libertad y el totalitarismo, pasan por las vísceras, no por el cerebro.

Friday, February 07, 2014

Comentario 2/14



A friend who’s recently dead, someone who’s known also dead in just a month; and the dead who walked along part of my life are forming a sort of cohort; and every time that I need them, I am going to read their books, or watch their movies, or look at their paintings, or listen to their music, or, simply, remember them with the affection only dead people provoke. I was just reading Auster-Coetzee’s epistolarium on friendship and some feelings of disapproval arouses because true friendship begins after all is done and said –death offers a unique opportunity of purification; there is no selfishness, no envy, no possibility of offense. In the meantime, friendship is an aspiration, a ritual of good manners and fidelities always threatens by our anger, our dreadful behavior. Friendship requires doses of patience and generosity that we are not always ready to give. You remember the day when you were thirteen and abandoned a friend when he was attacked by a gang and you run cowardly; you remember the lies, the violations of privacy, the manipulation, the indiscretions, the times you have taken advantage of the innocence and the good faith of others, the infidelities –you remember all of these misdeeds, and you know you have screwed it up.

Comentario #1/14


No voy a ceder a la tentación de escribir sobre un amigo muerto hace un mes. Amigo odiado por unos pocos en esta ciudad, que se ha convertido, por muchas y muy cubanas razones, en el asentamiento definitivo para un gran números de cubanos. El amigo en cuestión fue sacerdote católico y después de su fallecimiento se ha escrito tanta bobería, como diría él mismo, que es preferible abstenerse de participar en ese rosario que abarca desde panegíricos llenos de pietismo  al estilo de “nos veremos, Padre Carlos…” hasta envenenados y atorrantes comentarios. Para no variar, el artículo de Andrés Reynaldo es distinto, su estilo es más cuidado, nada patético. El artículo de Andrés Reynaldo sobre la muerte de Carlos M. de Céspedes y García-Menocal refleja el desamparo ético de Miami, la escandalosa pobreza moral de sus élites, su desapego de la historia y la verdad. La opinión que Andrés Reynaldo expresa es la variante refinada de la opinión que se expresa en Miami y que tiene en común la misma tesitura: nada que venga de Cuba, nadie que viva en Cuba, y no se adscriba con meridiana fidelidad, a los postulados, bien conocidos, del exilio tradicional es honrado, honesto, valioso. Claro, Andrés Reynaldo sabe como adscribirse sin perder el aire literario. Esta línea lo hubiera salvado del anatema: “Cualquiera que fueran sus motivaciones o, si prefieren, sus estrategias, no alcanzan a explicar la perversa lógica de algunas de sus acciones.” Pero él prefirió decir más y escribió que el sacerdote en cuestión asistía a cocteles oficiales pero no defendía a los opositores, que escribió sobre ese asesino que fue el Che que mató a la crema y nata de la juventud católica y, ya en el colmo de la hipocresía, lo acusa de apartar a la iglesia del camino de “ser piedra de resistencia, manantial de creadora verdad, ejemplo de sacrificio” frente a la dictadura castrista. De nada le valen los giros borgianos a su escritura para disfrazar el deschabe ético que esa, su escritura, trasluce. Ser anticomunista, anticastrista, anti fidelista, de derechas, firmes creyentes en la economía de mercado, todo eso es legítimo y debe tener su espacio en una sociedad civilizadamente organizada en torno a la verdad y el respeto. Pero, diría yo, que muchos que debieron ser “piedra de resistencia, manantial de creadora verdad, ejemplo de sacrificio” se mudaron al Miami real o al Miami simbólico que todos los cubanitos llevamos dentro. Para infortunio, de muchos cubanos y cubanas honradas y emprendedoras, la legítima desaprobación, disidencia y oposición a la revolución cubana y su gestión ha sido usada para satisfacer vendettas personales y ayudar al peculio de unos pocos. Cuando las causas políticas nobles se usan para dirimir asuntos que no conciernen ni contribuyen al mejoramiento de situaciones convulsas, se tuerce su sentido histórico, se minan sus asideros morales. Andrés Reynaldo en una muy lograda línea en su artículo revela el carácter de su pensamiento: “Ahí podemos leer sus finales panegíricos, acarreando el agua de la ambigüedad y la cobardía al molino de unas reformas que, así en su realidad como en su promesa, eleva a la Cuba de Fulgencio Batista a un nostálgico precedente de igualdad, oportunidades y derechos.” El fragmento que subrayo es el que interesa: pensar que las reformas que se están produciendo en Cuba puedan desembocar en algo tan horrible, tan defectuoso, tan malo que pueda hacer palidecer a la realidad cubana bajo Batista, en cuanto crímenes y atrocidades, es de un contrasentido histórico que es inconcebible en personas serias y educadas. Pero, bien, como él mismo dice al final de su artículo, Algún día sabremos por qué.